El mejor dato
Brisa marina, coirón y jardín con conchitas dan el contexto perfecto para la vida de playa. Pero aun mejor si la casa -esa que espera cada fin de semana y cada verano- es linda, cálida y familiar.


Encontraron esta casa en Cachagua hace cuatro años, casi por casualidad, luego que un amigo almacenero, de la misma cuadra, les contara que se vendía. La noticia los tentó, y en un corto plazo este matrimonio con tres hijos ya se encontraba diseñando parte de su remodelación y seleccionando objetos para su decoración.
“Es un ejercicio a la antiarquitectura por lo básica y sencilla, pero justamente ahí está su carácter”, afirman los dueños.
Esta misma simpleza se da también en el modo de vida de este grupo familiar, que cada vez que llega a Cachagua vive una especie de desconexión, casi como una vuelta a lo primitivo que los aleja 100% de la rutina normal. Caminar es una regla general ya que aquí todo se hace a pie, desde la compra de mercadería hasta la sagrada ida a la playa por las mañanas.
“Vamos a la playa en el momento que aún está vacía, ymientras los niños se instalan a recoger jaibas, estrellas de mar y conchitas, mimarido parte en su kayak a recorrer la isla de los pingüinos”, relata la propietaria.
Por las tardes el panorama es diferente y la atención se centra en generar ideas decorativas para esta casa demadera y coirón, que como amante de las cosas lindas, el matrimonio no para de imaginar. “Todas las cosas han ido llegando de a poco, tienen una anécdota detrás, como por ejemplo que muchos elementos son de aquí mismo de la zona o del mercado de las pulgas de Valparaíso que a veces visitamos”, cuentan.
Sin embargo, un libro del italiano EnzoMari, bajo el concepto ‘hágalo usted mismo’, ha sido ayuda fundamental a la hora de empezar a idear parte del mobiliario de esta casa.
“Te enseña a construir con tus propias manos y además contamos con la ayuda de un maestro de aquí que conocemos de toda la vida”, afirma la propietaria mientras nos señala el armario ubicado en el comedor y la rústica mesa de la terraza.
Cae la noche, se dejan atrás tornillos, clavos y herramientas para comenzar un nuevo panorama, esta vez con los amigos de siempre, que al igual que este joven matrimonio también eligieron este pueblo costero para hacer una pausa en sus vidas.
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