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Femenina

Aquí no hubo clientes ni aprobación de terceros. El resultado de un trabajo en absoluta libertad son espacios que escucharon las sugerencias del paisaje, de la arquitectura y se permitieron soñar con tierras lejanas. Todo en un código totalmente femenino.

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La decoración es siempre una ocupación creativa pero se ejerce dentro de parámetros como la personalidad de un cliente y sus gustos. A lo largo de 20 años dedicada a eso, Consuelo Pérez -la cabeza de la oficina Consuelo Pérez y Asociados, donde trabaja con sus hermanas Macarena y Trinidad- ha aprendido cómo crear dentro de esos márgenes. Por eso, decorar su casa de Cachagua, solamente pensando en ella y sus tres hijas, fue un verdadero placer y un derroche de libertad.

La terminó el verano pasado y siente que es de lo más arriesgado que ha hecho, con más colores y contrastes de lo que generalmente se permite: las ventajas de no pedir aprobación a nadie.

La casa es nueva y obra de Estudio Valdés. “Me gustó porque me daba sensación de campo, porque la vista continúa hasta el club de polo. Cada mañana despierto con los ruidos de los caballos, las gallinas y una orquesta campestre, pero estoy junto a la playa. Tengo lo mejor de esos dos ambientes, todos sus aromas. Eso fue lo que más pesó al momento de comprar”, cuenta Consuelo.

La arquitectura, abundante en madera, y el emplazamiento ya hablaban de campo y de mar. Ella integró una narración de tierras más lejanas: “Siento que te hace pensar un poco en África. Hay animales y pieles (todas certificadas). Además están los pimientos en el jardín. Es una sensación que da al entrar”.

La vida familiar se hace comúnmente entre la cocina, el living y el comedor, todos integrados. Siempre hay fuego en la chimenea y gente en torno a él. “Ahí es donde las niñitas hacen sus ‘pres’ y sus carretes. He tenido que abrirme un poquito a eso. A almorzar o tomar té, mis hijas siempre invitan a sus amigas. Es una casa con mucha vida, a toda hora”.

Las hijas de Consuelo tienen 18, 17 y 14 años. Cada una tiene su dormitorio propio, con baño y dos camas para invitar a una amiga. Entre los dormitorios hay un family room muy blanco y tranquilo, que Consuelo cubrió en casi todos sus detalles con la misma tela que compró en la Compañía de Comercio. Sobre los respaldos, las camas y los sofás, ese color y textura dan una uniformidad a todas las piezas, casi exactamente iguales.

Una casa de playa que no necesariamente es de veraneo, que se usa todo el año, cada vez que es posible; ni muy moderna ni minimalista, como su dueña, que junto a sus hijas disfrutó el proceso de crearla y mucho más el usarla.

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