Lo anterior resume algunos conceptos y sirve como punto de partida, porque esta pareja de adultos mayores que vive todo el año en Holanda quiso no sólo escapar de losmesesmás fríos y trasladarse a nuestras latitudes, ver el mar y sentir el calor, sino que imaginaron además el modo en que la luz entraría a cada metro o centímetro y cómo la energía del sol se aprovecharía al máximo. Fue así que de escapar al frío del hemisferio norte se pasó a trabajar. Una serie de requisitos de los dueños y otras tantas propuestas por parte de Álvaro Ramírez, en asociación con la oficina Elton-Leniz, llegaron al resultado final: una casa de descanso, un oasis de luz, calor y una buena y eficiente máquina de habitar.

Poniendo los acentos en una construcción que respetara el paisaje y la vegetación circundante, con materiales adecuados y el correcto aprovechamiento de la energía (considerando que en el lugar no existen redes de electricidad ni alcantarillado), el proyecto tiene tres características implicitas que lo definen: iluminación natural, programa flexible y materiales de doble uso.

El arquitecto Álvaro Ramírez explica la importancia que se le concedió a la iluminación natural: “El sitio tiene orientación surponiente, donde está la vista panorámica hacia la playa de Tunquén. Los clientes queríanmucha luz y calor, con el pliegue del techo mayor abriéndose hacia el norte, logramos iluminar los recintos al interior, a la vez que entrara la luz sin perder la espectacular vista”. Además se estableció un programa de casa flexible con distintos usos a lo largo del año, “lo que quiere decir que la casa se divide en dos partes (como dos casas) a partir de una gran terraza en el centro, lo que permite utilizar sólo una mitad de la vivienda cuando hay poca gente, sin gastar energía de más (calefacción, electricidad, gas, etc) en hacer funcionar toda la casa”. Por otro lado, está el tema de los materiales.

La casa se diseñó con dos materiales que cumplen distintos roles: la estructura del piso es de hormigón, lo que permite una buenamantención del calor generado por la calefacción en el piso, mientras que los muros se pensaron en madera con distintos tratamientos según su exposición (interior-exterior). “La madera tiene baja conductividad térmica, lo que hace que la casa se calefaccione rápido en invierno y se enfríe fácil en verano”, detalla el arquitecto.