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Hijos de la tierra

Aquí se encuentra eso que a veces uno busca tanto; la trascendencia. Llegar a una casa y ver construido el espíritu, materializada la filosofía de una vida particular. De carácter especial y meditada, pensada. Así es el lugar donde crece la familia de Sofía Rillón y su marido, Gonzalo Santos.

Casa de Sofía Rillón, .Fotografiado para la revista MasDeco. Periodista: Soledad García-Huidobro Fotos: Jaime Palma Producciòn: Sofía Rillón 05/01/2012

No era fácil llegar, pero nos acordábamos del camino. Como guiados y solo por una cuestión de buena memoria, llegamos a la casa de Sofía Rillón en plena comunidad de Peñalolén.

A modo de recibimiento aparece el templo que se ha armado esta mujer en el antejardín de su casa para trabajar con una pasión tangible en su marca Flor de Loto, que ofrece lo más lindo en diseño para jardines con cosas traídas desde Asia, Pomaire y Chimbarongo. Así de buena mezcla. A un lado, un tremendo gallinero que los surte de huevos y de una sensación de estar lejos del agote de una ciudad como Santiago.

naturaleza. Piletas, bebederos, maceteros para plantas acuáticas y algunas especies armadas por Sofía, cuentan entre las creaciones que reflejan el estilo de Flor de Loto.

Empieza a pegar el sol y el mejor lugar para estar frescos es dentro de la casa. Ahí, un refrigerador plagado de magnetos con fotos de todos, da cuenta de lo que han recorrido. Hace un tiempo, ella con su marido conocido como 'Huaso' y creador de la tienda y restaurante de productos naturales La Chakra, más sus dos hijos, Paloma y León, se dieron el gusto de armar maletas y cerrar la casa por un año para irse a recorrer el sudeste asiático. Bali, Tailandia, Camboya, Vietnam e India. "León, ¿te gustó estar en un Ashram?", le pregunta Sofía a su hijo, que figura sentado con una caja de arándanos, comiendo uno tras otro, por lo que fue la experiencia de dormir en estas comunidades espirituales propias del hinduismo. "Sí, mucho mamá". Tiene solo ocho años y puede contar una vivencia como esa. Un afortunado. Pero Sofía aclara que no pertenece a ninguna religión, da para pensar que quizás si existiera una que pregonara la libertad, lo más probable es que a ella pertenecería.

Cuando decidieron volver a Chile llenaron un container con cosas compradas en mercados y bodegas del sudeste asiático como Budas, Ganesh, camas talladas, fuentes de agua y lámparas de tela batik.

A la vuelta del gran viaje aterrizaron en esta casa armada a punta de esfuerzo, pensada y construida por ellos mismos, bajo la estructura de una quincha, un sistema de construcción que utiliza una estructura de madera con malla metálica que se rellena con barro, dando como resultado una casa sólida con excelente aislación que resistió perfectamente el terremoto. "Y acá en la cocina es donde pasa todo, nos encanta invitar gente y cocinar comida india o thai", cuenta Sofía rodeada por productos traídos desde Tailandia y otros cosechados en su propia huerta. "Afuera está el quincho que se armó el 'Huaso' para sus asados, con horno de barro y todo lo que le gusta a él", suma Sofía. De ninguna doctrina o filosofía especial, cero cuadrada, libre ella y todos los suyos. Es quien buscó la felicidad en lo simple y está acá el resultado de haberla encontrado.

Sofía estudió diseño y paisajismo, además de ser productora. Hoy está con Flor de Loto, donde hay plantas y objetos de decoración para jardines y terrazas traídos de sus viajes y otros elaborados por ella.

INSPIRACIÓN

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