La dueña de este departamento en Providencia es productora y coleccionista empedernida, que no sabe exactamente cuándo empezó su colección/obsesión de y por los objetos, ni mucho menos cuándo terminará, si es que lo hace algún día.

"Me encantan los cardenales porque son carne de perro, resisten a todo", dice, varios de los maceteros son baldes, que se usan para la construcción, que pintó a mano y luego les puso un anticorrosivo. La silla colgante fue un regalo de matrimonio de una de sus mejores amigas, es de Mimbres B&G (tel. 9-766 0243).

Y es que es así con las obsesiones, las ideas fijas. Tal vez fue desde chica, siendo la única mujer de varios hermanos, que potenció su gusto por lo femenino, pero no es solo esa estética la que abunda en su casa. "Me rayo con temáticas, las miniaturas me encantan, los pájaros también. En realidad siempre fui así, coleccionista y fetichista", cuenta, y se comprueba al ver sus colecciones de clásicos muebles a escala mínima, pájaros de loza y vidrio, santos, fotos antiguas y una de sus obsesiones más recientes: las cerámicas de Talagante.

El arte también está presente en los espacios, hay obras de Matilde Pérez, Carlos Bogni y una escultura de Matías Camus. Y el retrato de Kafka hecho a pedido por el pintor chileno Hugo Cárdenas.

Por trabajo y por placer es de esas personas que dan los mejores datos, porque ha buscado incansablemente las cosas que le gustan y que han ido ocupando los espacios de su casa. Cuando le pregunto por el mejor lugar para encontrar muebles y objetos antiguos, me dice que hay que saber regatear y no duda en dar dos datos: "Las ferias de Valparaíso y el Parque de los Reyes"; de este último lugar son todas las lámparas que hay en su casa (Humberto, tel.  9-332 3691).

Todas las lámparas son de Humberto, del Parque de los Reyes (tel.  9-332 3691), quien también las restaura.

"Soy bien pagana, me encantan los santos, las imágenes, las vírgenes, sus caras y me gustan las historias que hay detrás de la vida de ellos. Me gustan porque tienen rasgos humanos y cada uno tiene su motivo. Son antiguos y representan creencias que han perdurado en el tiempo".

"Muchas veces las cosas me gustan por su estética, me entra todo por los ojos y no tengo ni un prejuicio en mezclar", dice sobre cómo ha ido armando esta casa, en la que lleva viviendo dos años con su marido. "Pero sobre todo, me gustan los lugares acogedores y encuentro muy importante hacerlos de uno. Las casas pueden quedar preciosas con dos pesos, no es un tema de plata. Me parece que es un crimen tenerlas botadas, sobre todo hoy cuando hay tantas alternativas", cuenta, y es por eso que no contenta con el rastreo que habitualmente hace por lugares como las calles Rosas e Independencia y los anticuarios del Persa de Biobío, en cada viaje no se pierde la visita a los barrios similares que hay en México o Buenos Aires para seguir armando su propio mundo.

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