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Memorable

No es un hotel tradicional, su concepto es diferente, porque Awasi, tal como lo indica su nombre en idioma kunza, se creó para ser una 'casa' en medio del desierto de Atacama.

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Tenemos una geografía única y muchas veces más admirada por extranjeros que por nosotros mismos; y un paisaje tan opuesto entre norte, centro y sur del país, que para  cualquier viajero es inconcebible no recorrer Chile completo.

Pero, hay ciertos lugares que encantan, que hacen que uno vuelva una y otra vez, quizás por su diversidad de clima, gente y cultura o simplemente porque el paisaje inspira. Son esos pueblos que esconden tradiciones milenarias, encanto y una mística profunda en torno a su historia antropológica y arqueológica, convirtiéndolos en los destinos más atractivos y visitados de Chile.

¿Existe un sitio que mejor represente lo anterior como San Pedro de Atacama?

Posiblemente pocos lugares. Es por esta razón que este pueblo atacameño de la II Región recibe cada año cerca de 120 mil viajeros, de ellos el 75% son extranjeros.

Tan rica es la historia de este poblado que resulta ser una de las más antiguas que conservamos. Esta se remonta a miles de años, cuando fue el principal oasis del desierto de Atacama donde viajeros de antiguas culturas precolombinas se detenían en busca de agua, alimento y refugio.

Hoy esa milenaria tradición revive con fuerza, siendo un paradero obligado para quienes deseen observar la naturaleza más dramática y exótica que un desierto pueda ofrecer, en este caso el más árido del mundo.

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La naturaleza aquí ha dado origen a una geografía intensa: salares, cordilleras, lagunas y volcanes, geología que hoy rodea a San Pedro, capital arqueológica de Chile.

Leyendo esta historia y mirando su contexto se originó Awasi, un hotel boutique; una casa pensada para la intimidad, para acoger a quien busca refugio, pero de la manera más perfecta que se pueda dar, con una vuelta al pasado y un máximo respeto hacia el entorno que la rodea.

La experiencia de Awasi comienza en el aeropuerto de Calama, cuando bajándose del avión un jeep todo terreno recoge al pasajero para cruzar el inmenso desierto y las cordilleras de Domeyko y de la Sal, y más tarde llegar, luego de un recorrido de 95 kilómetros, hasta este hotel, donde un cariñoso equipo lo espera con deliciosas galletas de canela y té caliente de hoja de rica rica.

El hotel, ubicado dentro de un antiguo solar, solo se distingue por un muro histórico no intervenido que, durante siglos, cobijó a pastores y arrieros.

Habitación. Cada una, de 60 m², fue construida en base a piedra, madera, paja y barro respetando el estilo de la construcción local y albergando espacios circulares que se inspiran en el sitio arqueológico de la aldea de Tulor.

Inmediatamente dan ganas de recorrerlo e ir conociendo su arquitectura de baja altura, proyectada por los arquitectos Gonzalo y Rodrigo Domínguez, Susana Aránguiz y Francisco Rencoret, e inspirada en el diseño circular de la aldea de Tulor, antiguo sitio patrimonial de esta región de Chile.

Son en total ocho íntimas 'casitas', como aquí se les llama, de 60 m², construidas en adobe, piedra, esporal y vigas de chañar, cada una provista de auto y guía privado.

En total 16 huéspedes que pueden circular además en acogedores espacios comunes semiabiertos, pensados para el contacto directo con las estrellas, la vegetación, el azul puro del cielo, los amaneceres y atardeceres.

Cada casita integra un amplio dormitorio, baño y terraza privados, espacios que fueron construidos por artesanos locales bajo técnicas ancestrales, quienes cuidaron de no botar ninguno de los algarrobos, espinos y chañares existentes del lugar.

Esta misma inspiración sigue toda la línea decorativa, ideada por Paula Domínguez y Alejandra Bunster, la que apunta a la autenticidad del lugar, al rescate de materiales autóctonos, texturas, rusticidad y tradiciones propias de la cultura atacameña. Sábanas de puro algodón, semillas de tamarugo, piedras volcánicas, muñecas altiplánicas tejidas a mano, ponchos y coloridos telares son parte de la escenografía decorativa de Awasi.

La cultura atacameña queda plasmada de forma integral en este hotel; en su ambientación, arquitectura, gastronomía y las excursiones que ofrece hacia sitios arqueológicos cercanos a la comuna de San Pedro de Atacama.

Luego de recorrer el lugar y con la mente ya desconectada, llegará el momento de sentarse junto al fuego para pensar en las excursiones que ofrece este hotel, todas personalizadas, con guías exclusivos y organizadas de acuerdo al ritmo e interés del pasajero. Toconao, Salar de Atacama, Valle de la Luna, laguna Cejar, Catarpe y Puritama, son algunos de los destinos que se pueden elegir por día completo o media jornada.

La gastronomía es otro de los plus de Awasi. De la mano del chef Juan Pablo Mardones, su cocina rescata productos locales logrando una fusión de comidas latinoamericanas. "Todo se elabora aquí en la cocina, desde los diferentes tipos de panes, pastas, dulces, hasta los helados", cuenta Juan Pablo, quien ofrece todos los días un menú distinto, además de una carta paralela con elaboraciones que cubren diferentes gustos culinarios.

Prestigiosas publicaciones y asociaciones mundiales de turismo, como Latin American Travel Association, Elite Traveler Magazine y Travel &Leisure, han posicionado a Hotel Awasi como uno de los mejores hoteles de Latinoamérica y del mundo.

Como estar en casa y mucho mejor, este hotel tiene un concepto diferente, se aleja de la hotelería tradicional que principalmente abunda en San Pedro de Atacama, porque aquí la estadía es distinta, es íntima, parte de lo que se podría decir: un viaje memorable.

Inspiración

Con el desierto de telón de fondo no podemos dejar de pensar en elementos de corte artesanal propios de este entorno, los que proporcionan calidez a cualquier ambiente decorativo.

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