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Paraíso urbano

Abierta a su propio oasis, hermética al mundo exterior y a la ciudad, la casa de la arquitecta Hania Stambuk –situada en el sector precordillerano de El Arrayán– reúne simpleza y elegancia.

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Un bosque de eucaliptos –hábitat de la zona precordillerana y del río El Arrayán– se funde en los grandes ventanales de la casa de la arquitecta Hania Stambuk, tal como si se enmarcara una obra de arte, pero una sin límites, totalmente abierta a la naturaleza que la rodea.

Sin embargo, desde la calle y la entrada no da pista alguna sobre lo que esconden sus muros herméticos y de líneas rectas: una construcción con sello propio, llena de luz y vestida con absoluta naturalidad. “Cierta intriga es lo que produce la forma en que presentamos la vivienda, completamente cerrada hacia la calle, para que, una vez al interior, el espectador descubra sus vistas orientadas a nivel de la copa de los árboles”, dice Hania.

Pero no fue al azar la decisión de la arquitecta y su marido –de profesión fotógrafo– de construir en este terreno su nueva casa. Una propiedad de 3milm2, que no sólo está a 15 minutos del centro de la ciudad, sino que tiene una total conexión con la naturaleza, en especial con la historia familiar.

Fue propiedad de su suegro por casi cinco décadas. Aunque no usaron la antigua vivienda, típica de la zona precordillerana, hecha de hormigón y piedra, y construida en los años 40, sí dejaron vestigios de ella en parte del sitio, a modo de homenaje: un muro con chimenea testigo de largas conversaciones entre padre e hijo.

La nueva casa, después de haber vivido en un departamento de un antiguo edificio de Pedro de Valdivia Norte y en una casa Ley Pereira en Vitacura, debía ser “una construcción noble, donde el tiempo no pasara, de líneas simples y elegantes y de materiales nobles como piedra, madera y hormigón”, cuenta la arquitecta.

Después de un año y medio de hacer ocho proyectos, planos y maquetas, y otro año y medio más en construirla, lo lograron. Llegaron a espacios abstractos y de líneas puras, donde se enmarca el entorno y el estilo de vida propio de este matrimonio, junto a su hija de 3 años.

Su decoración, en cambio, dicen no está terminada. “A los dos nos gusta mucho la estética y también los cambios…Vamos poco a poco. De hecho, todavía estamos en proceso. La verdad es que nunca paramos. Para ambos la decoración no entra como un paquete completo, vamos viviendo el lugar y tomando juntos las decisiones”, concluye la arquitecta Hania Stambuk.

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