Frank decía que todo ser humano necesita de una buena dosis de sentimentalismo para sentirse libre, feliz. Linda idea y verdadera a más no poder. Es repetido, pero no por ello menos cierto que con el tiempo nos damos cuenta de que lo familiar y lo cercano, es lo que más satisfacciones nos proporciona.

Admiramos y disfrutamos lo nuevo, pero siempre nuestras emociones encuentran eco en aquellas cosas que nos identifican, porque provienen de la naturaleza o porque son una herencia de la tradición; en fin, porque están en nuestro ADN. Objetos, texturas y colores que conforman nuestro hábitat. En eso estuvo Josef Frank a partir de los años 30, masticando y dándole vueltas, mientras adscribía con todo al movimiento moderno. Sí, fue parte del Círculo de Viena junto a Rietveld y Josef Hoffmann, pero fue precisamente su concepción de lo que es confort, comodidad y necesidad al interior de las casas lo que lo alejó definitivamente de lo racional, el amor por la función y los tubos de acero.

textiles.

Svenskt Tenn fabrica actualmente más de 30 diseños de sus patrones. Para muchos, la escuela más clara e inspiración proviene de William Morris, aunque la del austíaco es más libre, utlizó igualmente el biomorfismo y diversos estudios de la naturaleza.

Además de su desencuentro con el modernismo austriaco, fue la persecución a los judíos en su tierra natal lo que lo llevó a Suecia a mediados de los años 30. Allí de inmediato se unió al grupo de diseñadores de Svensk Tenn, una tradicional y prestigiosa tienda de objetos, muebles, textiles y papeles murales sueca fundada en 1924. Hasta hoy la casa sueca fabrica sus patrones clásicos como Aramal o Aralia, los que forman parte de un archivo que reúne más de 2.000 dibujos y 160 muebles firmados con su nombre.
Web: svensktenn.se