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Pura identidad

El desafío no era menor: restaurar, manteniendo lo original. Ubicada dentro del barrio Elías de la Cruz, declarado zona de conservación, la obra a cargo del arquitecto Christian Matzner logró su cometido sin borrar ni un rasgo de la historia que las murallas de esta casa guardan.

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La casa de la paisajista Gisela Daube no pasa desapercibida. Todo se confabula para que sea fascinante: la decoración con historia, la discreta luz que entra por sus ventanales de raulí y su aroma. Lo primero que le pregunto es ¿qué es lo que más te gusta de tu casa? “¡Mi cocina! Aquí está el alma de mi hogar, donde conversamos y donde llegan los invitados a comer o a tomarse un vinito”, me contesta. Y le encuentro toda la razón apenas la veo.

Me cuenta que cuando estaban haciendo el anteproyecto de la remodelación, Christian Matzner le propuso hacer una cocina completamente nueva. Él le dijo: “No entremos en la falsificación histórica. Vamos a hacer la no falsificación. Lo que es nuevo es nuevo”. Entonces, se construyó un espacio completamente nuevo con hormigón a la vista, un inmenso ventanal donde entra la luz sin filtro y complementos de acero.

Un dato nomenor es que esta edificación fue propiedad de Teobaldo Brugnoli, uno de los arquitectos que proyectaron las tradicionales casas del barrio Elías de la Cruz. Lo interesante radica en que es la única construcción no pareada del barrio y la que tiene mayor metraje en su jardín. Pese a que estaba bien mantenida cuando Gisela la compró, se recuperó el piso de madera que antiguamente estaba cubierto por una alfombra y se reparó la madera de raulí de las ventanas y puertas que tenían más de cinco capas de pinturas. A esto, se suma el cambio total del sistema eléctrico, sanitario y la calefacción central. Todo, sin modificar lo esencial de la casa. Otro de los aspectos que a Gisela le encanta de su hogar es elmicro barrio que la rodea. “Me gusta esta calle y su plaza. Su tranquilidad y la sensación de que el tiempo se detuvo. Cuando la descubrí me enamoré de su transparencia hacia las casas y hacia la vida de las personas. Descubrí otro Chile. Un país con personas de clase media culta, menos pretenciosa y menos esnob”, cuenta.

También la cautivaron los jardines del barrio, y es por ello que le quiso dar un toque especial al paisajismo de su propia casa. Integró la vegetación típica del entorno, destacando los árboles frutales, las palmeras, la buganvilla, el manto de Eva y los acantos. Todoesto paramantener la identidad de Ñuñoa y, principalmente, que el paisajismo dialogara con la arquitectura.

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