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Reflexiones de neón

La declaración como Monumentos Históricos Nacionales de los letreros luminosos de Bustamante asegura que formarán parte de la memoria de futuras generaciones. De paso, nos remarca la importancia de los hitos en el proceso de hacer ciudad.

Encontrar elementos con los que identificarse dentro de la ciudad cada vez es más difícil. Por día son cientos los edificios que se levantan, las veredas que se repavimentan y los espacios públicos que reciben nuevas piezas demobiliario. Todos seguramente respondiendo al anhelado progreso. No obstante, en la mayoría de los casos, estos cambios pasan desapercibidos, se transforman en hechos propios de la monotonía urbana y se asumen sin pena ni gloria. Pasarán años, décadas tal vez –o quizás no pase nunca–, para que siquiera uno de estos nuevos elementos se convierta en referencia de algo o alguien, en hitos colectivos con los cuales la ciudadanía se identificará, generará lazos y le asociará recuerdos. En ese sentido, la noticia de la declaración como Monumentos Históricos Nacionales de los letreros luminosos de la calle Bustamante –Champagne Valdivieso y de Pantys Vigorella deMonarch– no hace otra cosa que reafirmar la importancia de generar instancias dentro de la ciudad que creen memoria y que se vinculen con el peatón.

“De vuelta de vacaciones cada vez que veía los letreros de Bustamante sentía que ya habíamos llegado a Santiago”, “los domingos paseaba con mi perro por el parque y me quedaba mirando cómo la botella de champagne se descorchaba una y otra vez”, comentaron algunos peatones al alero de esta elección inédita por parte del Consejo de Monumentos Nacionales debido al carácter publicitario de los letreros. Y es que estos neones fabricados e instalados por la empresa Luminosos Parragué hace 54 años dan cuenta a la vez de una suerte de nostalgia por aquella ciudad que fue, por el apego a ciertos hitos que se han creado desde la calle, pero sobre todo, deja en evidencia la importancia de la identificación en el hacer ciudad; una identificación eso sí que se da a partir de íconos simples y transversales y que se atesoran en el imaginario de una ciudadanía que cada día aboga por una urbe amigable, cercana y disfrutable. Entonces, cabe preguntarse de quién depende ello.

Y es que muchos son los actores que participan en la construcción de ciudad –municipios, intendencia, MOP, MINVU, CMN, ciudadanía, arquitectos, constructoras, políticos, por nombrar los más importantes–; sin embargo la sinergia entre sus distintos quehaceres no siempre es la mejor y eso se ve reflejado en las ciudades que tenemos. Dentro de este escenario se ha hablado de la figura de un Alcalde Mayor, cartas a las editoriales de diarios y revistas lo han situado como el convocado de honor a plantear esa ciudad,más ordenada y armónica, que logre aunar criterios y proyectos bajo un horizonte común. Si bien esta noción ha sido un emblema de las buenas prácticas en ciudades europeas, por ahora en Chile no existe como tal; posiblemente funcione, pero es realmente necesario convocar una suerte de ‘big brother’ que tenga que supervigilar a todos los actores involucrados en la construcción de ciudad. Por ahora eso es parte de lo que el próximo gobierno tendrá que resolver.

Mientras tanto, pequeñas iniciativas, pero importantes en la construcción de memoria urbana, siguen avanzando. Ni Time Square ni Picadilly Circus. Lo nuestro es Rancagua con Bustamante.

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