Refresh de un clásico
Por años, un encantador matrimonio de abuelitos vivió entre estas paredes. Con el inevitable paso del tiempo y como parte de una tendencia que está experimentando el barrio del Golf sur, la antigua construcción abrió sus puertas a una nueva generación.

Cercanía con sus lugares de trabajo, un encantador barrio y la sensación de libertad y contacto con la tierra que diferencia a las casas de los departamentos, es lo que el matrimonio de Francisca Mackenna y Felipe Valdés vio en la que hoy es su casa. “A pesar de que visualizamos tener que hacerle varios cambios, principalmente estéticos, no lo pensamos dos veces por la cantidad de bondades que nos ofrecía. Además, siempre desechamos la idea de un departamento, porque no queríamos esperar para formar familia, que es cuando se agradece tener un pequeño jardín”, cuenta Francisca, que ya espera su primera guagua, quien en poco tiempo más estará jugando con los otros niños que viven en el condominio.
La renovación que trajo la joven publicista y el abogado a la clásica ley Pereira significó una serie de cambios, como retirar el papel texturado de los muros al interior y reemplazarlo por uno sobrio blanco, cambiar la cerámica de batuco de la terraza por baldosa Córdova y devolverle la nobleza al parqué al vitrificarlo. Otro toque jugado, que le dio personalidad, fue pintar roja la puerta de entrada y negra la que da a la cocina.
La decoración, por supuesto, es un complemento de este despertar, donde se dio nueva vida con un equilibrado buen gusto. “A Felipe le gustan más las cosas buenas, que perduran... yo soy más de la picá, más al lote”, confiesa Francisca. Fue así cómo ambos aportaron con su sello, unidos en el interés por lo clásico. Por ejemplo, los sillones del living enjuncados, Francisca los quería mandar a hacer donde un maestro en Melipilla, pero Felipe terminó encargándoselos a la tienda Terciopelo deMariola Arteche, para irse a la segura. En el caso de las sillas del comedor la publicista las quería pintar todas de un color diferente, pero el abogado aceptó sólo la idea de que el tapiz fuera distinto. “Hasta en los tiempos que nos damos para resolver las cosas somos distintos. La noche misma que llegamos de la luna de miel Felipe se puso a colgar los cuadros, si fuera por mí todavía andarían cosas dando vueltas por el suelo”, detalla entre risas Francisca. Esa personalidad de cada uno es lo que hace que se logre un complemento y unamezcla en la ambientación, donde cabe lo contemporáneo, lo clásico, lo provenzal y lo artesanal, sin restricción.
- La renovación se basó en retirar el papel mural y reemplazarlo por albos muros, vitrificar el parqué y apostar por toques jugados, como pintar la puerta de entrada roja.
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