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Refugio urbano

En uno de los edificios más lindos de Santiago está su departamento. Pequeño, según él, comparado a su excasa, pero tan bien aprovechado y decorado que solo le podía faltar ser la morada del nuevo hombre tras la marca que reúne el diseño escandinavo en Chile: la tienda Olika. Hoy Marcelo Rotella vive un momento de tal estímulo que todo lo que lo rodea parece brillar.

En nuestra capital todavía quedan lugares que de por sí son obras de arte. Eso pasa con el edificio donde vive Marcelo Rotella, una de las bellezas del centro de Santiago, obra del arquitecto León Prieto Casanova de los años cuarenta, quien, según nos cuenta Marcelo, ideó la construcción con dos oficinas que dan a la calle (una de ellas le pertenece) y que funciona perfecto como espacio integrante anexo al departamento, además de diseñar el mobiliario del hall que recibe, las lámparas y otros detalles. ¿Cómo sabe todo esto? Porque Rotella tiene una bitácora de varias curiosidades que rondan el edificio, algo que solo le puede pasar a un ser que desde que lo vio se enamoró y supo que quería vivir ahí. De eso ya casi dos décadas, otras casas entre medio, y hoy cerca de un año en que ha vuelto a vivir a lo que él mismo considera el espacio donde se siente más cómodo, protegido, resguardado: “Es el refugio donde siempre vuelvo y el que amo desde que lo comencé a habitar”. De ahí que se sienta tan pleno y dichoso, junto, claro está, y como lo declara, con ser el nuevo dueño de la tienda Olika, un negocio que acaba de adquirir y con el que simplemente no puede más de la dicha.

“Yo siempre me he dedicado a la creación y desarrollo de nuevos negocios. De hecho, cuando Olika apareció en mis manos fue para ofrecerlo a una serie de inversionistas y posibles compradores, pero llegó el momento en que me di cuenta de que en realidad el que más quería quedarse con él era yo, era algo estimulante, con proyección y con el elemento del lujo en el vivir que me fascina. Entonces me decidí y lo tomé”. Y no fue extraño, Rotella viene de un mundo, interno y externo, donde la visión juega un papel clave. Él ha estado vinculado a proyectos tan emblemáticos como Nomads of the Seas, travesías de lujo donde el estar y navegar son un placer. Y por lo mismo, el ‘estar’ ahora y de la mano de Olika se ve tan claro y precioso en su vida. Nosotros entramos a su casa y vemos cómo cada pieza, cada obra, cada detalle está pensado y tiene un cuento. Igual que Olika, tienda que reúne el diseño escandinavo en Alonso de Córdova, donde lo bello está a pedir de boca. Y aquí, en el barrio Bellas Artes, en su departamento, pasa lo mismo, se muestran hermosas las decoraciones, la comodidad, la sutileza de lo funcional. Hay un complemento claro y, sí, todo resulta precioso, estiloso, adecuado.

El depto

Ding dong y guau guau. Uno por el espacio y dos por Chispa y Rita, las fox terrier inglés que dominan la escena. Una sinfonía adorable de perras que no pueden calzar más en este espacio. Aquí el arte y la decoración flotan de manera armónica, hay una mano invisible que parece haber puesto todo en el lugar preciso, como para dar cobijo y agrado a cada ser que se cruce por la puerta.

En realidad la mano es de Rotella, un hombre que declara el placer por lo estético desde siempre, el que mucho antes de estar vinculado a Olika ya había comprado muchas piezas para su disfrute diario.

Entrar en él es avanzar por su universo, uno que recibe desde el living, que originalmente era con comedor y que él remodeló convirtiendo el espacio en un solo y gran estar para añadir a su lado un pequeño comedor (antes pieza de servicio) y una cocina chica pero cumplidora, como el mismo Marcelo la define.

En el living reciben obras como las cajas de luz de Benjamín Ossa, un mural con pequeños cuadros del mexicano Agustín González y una mesa al centro que luce una escultura de Francisca Valdivieso. Lo que lo rodea son dos sillas italianas contrapuestas a otro par precioso tapizadas con telas de Marimekko, una de las marcas más representativas del diseño finlandés que él mismo representa en su tienda. Luego de un sillón estilo Chesterfield, que divide el espacio, están los regalones de la morada, la mesa de apoyo tipo licorera de su abuela italiana junto con la otra mesa de centro.

Al lado del living, el pequeño comedor absolutamente deseable se enfrenta a la salida de la terraza, uno de los espacios predilectos del dueño de casa; aquí, mesa puesta, nos regodeamos con la vajilla de IIttala modelo Tanssi de Olika, platos soñados con animales danzando al más puro estilo nórdico, que dejan lugar a otros adorados de la casa: los candelabros Kosta Boda que hace años lucen en este lugar.

Para rematar, una salita cargada de arte y comodidad y el dormitorio donde las mantas Klippan suecas reciben junto con el cuadro gigante de líneas de Constanza Levín, una exquisitez de espacio que hace entender el amor de Rotella por este departamento.

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