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Un PH máximo

De que tenía historia, la tenía. Y lo mejor de todo es que no se la tiró por el suelo, sino todo lo contrario. Su origen fue la base para el proyecto final: la renovación de una gran casa en San Telmo con toda la sabiduría del pasado y la onda de estos tiempos.

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“Me la compraría a puerta cerrada, sin cambiarle nada”, pensé apenas terminé de recorrerla. Realmente es una maravilla esta casa ubicada en la calle Finochietto, en pleno corazón de San Telmo, Buenos Aires. Un lugar que habla de tiempos de elegancia, de arquitectura de principios del siglo XX, de nobleza y de calidad de las construcciones, erigida por aquellos que, muy cerca de allí, en la Costanera Sur -inaugurada en 1918-, concurrían al balneario municipal, con confiterías, paseos y espectáculos, reflejo de Buenos Aires en pleno apogeo. Pero durante los años 40 y 50 este barrio vivió un éxodo masivo, sufriendo, como consecuencia, el deterioro y, abandono de sus construcciones, que fueron arrendadas, vendidas y demolidas para dar espacio a proyectos inmobiliarios. Fue en los 90 cuando se trasladaron nuevamente las miradas hacia el sur de la capital bonaerense a raíz de acciones puntuales de reactivación, como Puerto Madero, sumado esto a políticas públicas que mejoraron la infraestructura urbana. En este contexto, se gestó una tendencia de revalorización de la zona, momento que coincide con la llegada al barrio de la oficina Mazzinghi Sánchez Arquitectos para restaurar una de estas construcciones, que terminó siendo la casa definitiva de Jorge Mazzinghi, uno de los socios, quien hoy vive ahí junto a su mujer, Verónica De Miero, y Antonio, su único hijo de casi 4 años.

Marcada por la tendencia y por la mano de los arquitectos, la casa conservó la memoria y ese fue el punto de partida para concretar lo que hoy es.

“Cuando la compramos, era de un pulidor de muebles que usaba como taller lo que hoy es el living y comedor. Él vivía al fondo, en lo que es nuestro dormitorio y baño. La casa se encontraba en muy mal estado, pero conservaba gran parte de losmateriales originales. También estaban losmármoles en la escalera y las bovedillas curvas de ladrillos en los techos”, nos cuenta Mazzinghi. El arquitecto agrega que a pesar de su estado mantenía muy bien el espíritu de las casas de época, “con alturas increíbles, ambientes grandes y buena iluminación natural. Vimos que tenía un gran potencial y nos gustó el espacio, la distribución y la luz que entra durante todo el día por las carpinterías y los ventanales. El espacio exterior que tiene es muy importante, porque a pesar de que no es tan grande, le da verde y frescura a los ambientes”.

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