Review | Trainspotting 2 o el agobio del estancamiento

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La imposibilidad de avanzar por las trancas del pasado marca a una película marcada por una mirada nostálgica de lo que ya fue y lo que no volverá a ser.



Existe tanto cariño por los personajes en Trainspotting 2 que, si te importa la primera película, es bien difícil que no te guste esta secuela. No sólo eso, el hecho de que en 20 años muchas cosas no cambiasen, y otras tantas ya no sean lo mismo porque la vida es así, también eleva a una propuesta que se siente más como una extensión que una mera replica que repite los aspectos más drogos y confrontaciones de la primera parte, marcada tanto por su soundtrack como el retrato amargo de la adicción y las carencias sociales. Esa no es su intención.

En esta secuela que reúne al equipo liderado por Danny Boyle, una de las cosas que menos ha cambiado es el hecho de que sus protagonistas están marcados por sus adicciones. Si bien Renton dejó de ser un heroinómano, su foco cambió a concentrarse en ser adicto a los gimnasios. Por eso es relevante que una vez que su corazón falla, inevitablemente su mundo se derrumba y su camino lo devuelve a Escocia, al lugar en donde está todo lo que realmente conoce y que no tiene relación con la vida más acomodada a la que escapó.

Por eso el principal concepto que marca a Trainspotting 2 es el de la reconciliación, ya que Renton vuelve a casa con el gran peso sobre su pescuezo que representa la traición despiadada que realizó en contra de sus amigos de siempre, que en esta secuela dejan aún más en claro que los conoce desde su niñez, y el hecho de abandonar el país sin despedirse de su propia familia. Por eso el primer punto de esta secuela radica en cómo el personaje de Ewan McGregor tiene la necesidad imperiosa de hacer las paces consigo mismo y mirar al futuro. De poder escuchar aquella canción de Iggy Pop sin resentirse.

A partir de ese entramado, con los ecos del pasado marcando parte importante de la película, esta secuela también es una gran invitación a revisitar lo que fue el original, marcada por su negativa a elegir la vida consumista y los problemas de la masculinidad, como parte de una mirada nostálgica de lo que ya fue y lo que no volverá a ser. Por eso si esperan que esto sea una revisión que repita la fórmula, saldrán descontentos. Trainspotting 2 se sustenta por el cariño a sus personajes y por cómo extienden sus experiencias para mostrar que su mundo ya no es el mismo, pero ellos tienen trancas tan grandes, que estas les impiden avanzar.

Con Simon intentando surgir estafando gente adinerada y metido de lleno en un loop cocainómano de resentimiento en contra de Renton, un Spud que no puede acoplarse a nada ya que las drogas le frieron la vida y un Begbie aún más detestable y resentido, que no puede imaginar estar preso otros cinco años más. Ninguno puede avanzar, todos están estancados por sus respectivos pasados. Y el agobio de que el futuro no cambie es lo que los tiene aún peor de lo que están. Pero una vez que Renton vuelve, las cosas avanzan para cada personaje, ya sea por resentimiento o por determinación.

De ahí que la gran fortaleza de Trainspotting 2 radica en la idea de que sus irresponsables personajes siguen siendo irresponsables y eso es lo único que no ha cambiado. Todo el resto puede haber avanzado, pero sus vidas se estancaron en un pozo del que no tienen escape por si mismos y que se hace más grande al constatar que todos ya no están en edad de las burradas juveniles que caracterizaron a su pasado

Quizás el exceso de guiños a la primera se instale como ruido para algunos. Quizás la repetición de esquemas narrativos también haga que otros arruguen la nariz. Pero hay tantos puntos sinceros que elevan a Trainspotting 2 como nostalgia bien abordada, que inevitablemente marca la diferencia con toda esa sarta de superproducciones vacías que reviven marcas, pero sin recuperar el encanto del original.

Danny Boyle también es responsable de gran parte del encanto de esta secuela, ya que su estilo visual no le hace el quite a dejar en claro su experiencia, pero también de un estilo moderno que es propio de una película que lleve la palabra Trainspotting en su título. Desde la utilización de los tiros de cámara al tratamiento de los elementos ilegales que marcan a la historia, existen puntos familiares que nos recuerdan que esta secuela sigue literalmente la misma línea.

Trainspotting 2, al rememorar el pasado, también propone un futuro para sus futuros y eso es lo que más termina destacando en una secuela que lamenta el tiempo perdido, el desperdicio de decisiones, pero teniendo en cuenta que las cosas pueden cambiar y los errores se pueden abrazar para dar un paso adelante. Que el ciclo de la violencia puede ser roto, incluso para un personaje sin salvación como Begbie, pero que también hay espacio para salir del forado, ya que esta en definitiva termina siendo una historia sobre reencantarse con la vida, por muy miserable que esta fuese. De volver a tener una codicia por la vida.

https://www.youtube.com/watch?v=cZyhdWTY4yQ

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