KPT 200: Rinde, trepa, viaja y se mete por todos lados

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Lifan destapó una división completa de motos urbanas y una de ellas para el multipropósito, que es desde donde tomamos este ejemplar para vivir una aventura por ciudad, montaña, algo de tierra y carretera: nos terminó por convencer y bastante.




Una diferenciada y grata sorpresa nos llevamos al probar uno de los nueve ejemplares que desde finales de 2018 componen la nueva división de motocicletas de Lifan, la marca china que es una de las firmas que ahora componen el grupo Tattersall Automotriz (ex Maco).

Se trata de la KPT 200, una singular propuesta para vivir la ciudad, pero también para atreverse algo más allá, ya sea cuando el pavimento dio paso a la tierra o bien si queremos viajar distancias interurbanas con largos trayectos de carretera de por medio.

En estado de sosiego y antes de ponerla en marcha, llama la atención la robustez del conjunto, que incluye un juego de dos maletas laterales y un top case de la marca Shad (cada uno con su llave de cerrojo).

No resulta fácil quedar indiferente, ya que lo primero que vemos es una moto que sugiere viajar y que cuenta con la corporalidad para este propósito. Claro, esto tiene que ver con esa suerte de impacto que puede desplegar en la escena urbana o en una autopista de alta velocidad, lugares donde crecen las posibilidades de ser vistos, detectados, y eso es un punto no menor a la hora de considerar el ítem de seguridad de toda motocicleta.

Esta "foto" de la KPT 200 muestra una máquina urbana, con un motor de 200 centímetros cúbicos, pero que luego de un detenido repaso visual podemos detectar sus trazas de moto grande y rutera, como es el caso de las defensas laterales, que de paso le confieren un rico airecillo off road. Me gustó mucho, en esta línea, la pantalla frontal de protección aerodinámica y su adecuada presencia práctica a la hora de manotear el viento que nos quiere ir a dar justo en el pecho, el diseño del estanque que cobija 14 litros y la clásica punta delantera llamada "pico de pato", muy propia de las motos trail y de aventura.

Los 18 caballos de fuerza comienzan a manifestarse en términos de mayor brío cuando pasamos la segunda marcha, tercera, cuarta… Va bien. Por carretera hay con qué atreverse y lo hemos hecho notar, la salvedad se da en el tema de su velocidad máxima, que es difícil que pase de 115 km/h. Ante esta realidad podemos emprender perfectamente el viaje, pero recomiendo ir a 100 km/h, para tener un "fondo" con qué salir airoso de un rebase a vehículos mayores y en teoría lentos (camiones, buses).

Una de sus notas más sorprendentes la dio en una trepada hasta el centro invernal de La Parva: las interminables curvas en ascenso y algunas muy cerradas encontraron buena respuesta de la KPT 200, con la que fuimos y volvimos airosos. Bien los frenos de disco en ambos ejes, aunque el ABS, que no está, hubiese cerrado un ciclo muy virtuoso.

Para los hiperconectados hay una utilísima entrada de USB que sirve para cargar nuestro teléfono sin contar lo que podemos cargar en las maletas y top case. Cuando fui acompañado por mi esposa, recogí buenos comentarios hacia la moto, aunque un leve reclamo por la estrechez que le provocan al pasajero las maletas laterales, aunque nada para morirse, pero sí para tomarse un descanso cumplidos los primeros cien kilómetros de un viaje largo.

Nota aparte y con aplauso de pie incluido para el consumo de combustible (93 octanos), que ronda los 40 kilómetros por litro. ¿Santiago-La Serena con un estanque? Capaz que sí (aunque todos dicen que hay que salir llenito desde Los Vilos al norte…).

Muy buen debut del gigante privado de la fabricación china, Lifan, que, de hecho, comenzó su historia cuando el dueño de la compañía decidió fabricar motos en su taller mecánico hace unos 27 años…

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