Clase media baja y rural protagoniza el rechazo a Macron en Francia

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Tres "chalecos amarillos" cuentan a La Tercera por qué una medida como el alza de los combustibles los afecta tanto y que se sienten absolutamente postergados. Hoy realizarán su cuarta movilización nacional, por lo que el gobierno desplegará 89 mil efectivos, 8 mil de los cuales estarán en París, el doble respecto del sábado pasado.


Son parte de una Francia olvidada, una Francia que se ha mantenido silenciosa los últimos años, pero que ahora explotó, conformando un movimiento que tiene en serios aprietos al Presidente Emmanuel Macron. Los llamados "chalecos amarillos" llevarán a cabo hoy su tercera manifestación en París (la cuarta a nivel nacional), por lo que el gobierno desplegará su mayor dispositivo de seguridad: 89 mil efectivos en todo el país.

"El movimiento de los chalecos amarillos es la manifestación de un descontento profundo de una gran parte de la sociedad francesa, de una Francia más rural, provincial, que no ha sido escuchada por el poder político desde hace centenios", explica a La Tercera el historiador francés y profesor de la Universidad de Orléans, Jean Garrigues.

La mayor parte de estos manifestantes, que protestan principalmente contra el alza a los impuestos al combustible y que decidieron identificarse con el chaleco reflectante que como obligación deben usar los conductores si es que surge algún incidente en las carreteras, son de la Francia periférica y rural. Franceses de clase media baja que ganan justo por encima del salario mínimo (1.185 euros), y que cualquier alza tiene un efecto inmediato en sus necesidades básicas.

"Es cierto que el gasto obligatorio de las necesidades, como la comida, la vivienda y el transporte ha aumentado desde hace unos 30 años, entonces ellos tienen un sentimiento de empobrecimiento, de haber perdido una parte de su poder adquisitivo. Y es ese sentimiento que los empujó a rebelarse", afirma el experto.

El director de investigación del think tank francés IRIS, Jean-Claude Allard, explica a este diario que "es una revuelta de personas que trabajan mucho y que gastan una parte de su salario para ir a trabajar, que son muy dependientes de los combustibles fósiles (automóviles, calefacción) y que tienen una relación diferente con la ecología a la de los habitantes de la ciudad".

Es el caso de Camille Baccon, de 37 años y que vive en Ille y Vilaine, un departamento francés situado en la región de Bretaña, al oeste del país. Actualmente está sin trabajo luego de haber tenido un accidente automovilístico, y de haberse dado de baja laboral por ese motivo. Baccon trabajaba como horticultor en un invernadero de tomates a 40 kilómetros de su casa. Además, separado de su esposa hace dos años, tiene que viajar una hora y media para poder visitar a sus hijos. El alza al impuesto de los combustibles lo afectaba directamente.

"Mi salario apenas me permite vivir y me da la impresión de que solo sobrevivo. El precio del combustible no me permite darme placeres porque me obliga a tener que economizar cada viaje. Por ejemplo, si voy a ver a mis hijos no como durante la semana. ¡El salario mínimo es realmente demasiado ajustado!", cuenta Camille Baccon a La Tercera. Por eso, él ha sido parte del movimiento de los chalecos amarillos desde su región, ya que su accidente no le permite desplazarse a París.

Los chalecos amarillos transmiten "el sentimiento de desprecio, de ser tomados por idiotas", dijo el sociólogo francés Erik Neveu, al diario Les Échos. El director del departamento de opinión de Ifop, Frédéric Dabi, junto al geógrafo Sylvain Manternach, escribieron para la Fundación Jean Jaures que "la Francia que se ha movilizado o que apoya este movimiento, es la de los fines de mes difíciles. Son estos franceses quienes no pueden -o lo hacen de manera muy justa- equilibrar su presupuesto debido a los gastos obligatorios (alquiler, seguro, calefacción...) que continúan aumentando".

Julie tiene 31 años, y su foto de perfil en Facebook es la famosa pintura de Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo, pero modificada en Paint. Todos los personajes de la pintura portan un chaleco amarillo. "Nosotros decimos basta en todos estos aumentos. Estamos cansados de ser despreciados por el gobierno y por el Presidente. Habla de los franceses como si fuéramos vagos", dice a La Tercera.

Esta fisioterapeuta masajista reconoce que ya no se puede dar el lujo de ir a tratar a los pacientes a sus casas, especialmente a los ancianos, porque por 50 minutos de trabajo, entre el viaje y el tiempo de atención, gana apenas cinco euros netos. Julie dice que incluso ella se siente privilegiada porque puede pagar calefacción en su casa. "La clase política está completamente desconectada de lo que está sucediendo en la vida real de los franceses. Debemos esforzarnos constantemente. ¡Y ellos nada!", denuncia.

Según el historiador Garrigues, la política de los gobiernos precedentes fue de aumentar los impuestos sobre las clases medias y los impuestos indirectos. "Eso les ha hecho la vida mucho más difícil. El salario ha aumentado ligeramente, pero la fiscalidad se ha vuelto cada vez más pesada. Pese a las reformas sociales, como la reducción del horario laboral a 35 horas, ha habido muchos impuestos indirectos de que han hecho que la vida para la clase media se volviera más dura", indica.

Es por eso que hoy la batalla de los chalecos amarillos va más allá del alza al precio de los combustibles, y se enmarca en una serie de políticas de Macron que le ha dado a este sector de la población la sensación de que salieron perdiendo. Una de esas batallas es la eliminación del Impuesto Sobre la Fortuna (ISF) que Macron llevó a cabo en su primer año en el Elíseo. Los chalecos amarillos hoy quieren que el Presidente restablezca el ISF, considerado como su "pecado original".

Jean-Pierre Arilla tiene 49 años y vive en Toulouse. Es bombero, pero para poder hacerse cada mes de 1.900 euros, también trabaja en los talleres de Airbus. Es parte de los chalecos amarillos, y ante la pregunta de qué espera de Macron, responde: "Libertad, igualdad, fraternidad".

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