Héctor Aguilar Camín, historiador: "Los primeros pasos de AMLO han sido erráticos y caros para él"

Héctor Aguilar Camín, de 72 años, en Chile.
Héctor Aguilar Camín, de 72 años, en Chile.

El escritor mexicano dijo a La Tercera que por primera vez México tendrá a un Presidente que es un líder popular. "Es un político de intemperie", sostiene.


Héctor Aguilar Camín es un destacado escritor, periodista e historiador mexicano. Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo Cultural y ha sido colaborador de diversos medios, como La Jornada y Milenio, mientras que actualmente dirige la revista Nexos. En conversación con La Tercera analiza el largo período de transición del nuevo Presidente Andrés Manuel López Obrador, que asume hoy.

Usted conoce a AMLO desde hace décadas, ¿cómo lo describiría en términos políticos?

Conozco a López Obrador hace mucho tiempo personalmente. Hemos tenido tiempos de cercanía, pero no somos amigos. Lo he seguido, obviamente, en su carrera política. López Obrador es un político único en México y es, quizás, parte del desconcierto que crea. En México los políticos suelen ser de escalafón, son políticos del tamaño de su puesto, cuando lo dejan, un poco desaparecen, porque no tienen capital político propio. La diferencia fundamental de López Obrador es que es un político no de escalafón ni de jerarquía, sino que es un político de intemperie. Tiene un capital político que él ha ido creando a lo largo de su carrera y que le pertenece a él, no le pertenece al puesto que tiene o la posición que ocupa. De manera que esto es una cosa muy importante porque vamos a tener por primera vez en México a un Presidente que es un líder popular. No por razones burocráticas o por razones rituales o por razones de la pompa y la circunstancia que acompañan al puesto de Presidente en México, sino porque es. Antes de ser presidente, fue un genuino líder popular.

¿Qué peligro puede significar que AMLO concentre su liderazgo en su propia figura?

El peligro es el de una restauración autoritaria del presidencialismo sin controles que tuvimos en la época del PRI y que conocemos muy bien. Un modo de organización política en la cual el Presidente decide sobre los tres poderes, sobre las elecciones, sobre las políticas económicas. Es la cúspide de poder muy bien aceitada que tenía el PRI. La diferencia de esas épocas con estas, es que esta hegemonía presidencial nueva o restaurada de López Obrador viene por la vía democrática, es decir, son los votantes quienes le han dado el poder, que él lee como un mandato de reconstruir ese régimen centralista, el régimen presidencialista que gobierna sobre los otros poderes y los gobiernos locales.

¿Cómo evalúa la propuesta de campaña que lo llevó a convertirse en Presidente?

La propuesta de cambio es muy radical y muy clara. En el sentido de que lo que él quiere es echar para atrás las reformas liberalizadoras que se han hecho en México en los últimos 40 años, a partir de la crisis de 1982. Ese es su programa de echar para atrás, más que de construir un modelo nuevo, distinto, de desarrollo. En lo único que su modelo está claramente definido en un sentido progresista es en la búsqueda de una mucho más seria inclusión social. Pero esto él pretende hacerlo por los mismos mecanismos que se han intentado en México hasta ahora, que son los del subsidio, la entrega de dinero en efectivo, lo que aquí llamamos programas sociales de redistribución, programas asistencialistas. Lo demás que tiene López Obrador es que ganó la mayoría en el Congreso.

¿Ha dado luces de cómo será el gobierno en sus primeros meses?

Está decidido a mantenerse en lo que prometió en la campaña, salvo en dos cosas fundamentales: corrupción e inseguridad. Él dijo durante toda la campaña que el centro de su gobierno sería la no corrupción y el castigo a ésta. Y dijo que sacaría al Ejército de las tareas de seguridad y regresaría al Ejército a sus cuarteles. Bueno, ha declarado una amnistía a la corrupción anterior y ha multiplicado en su plan de seguridad la presencia del Ejército. Son dos cambios muy importantes, respecto de lo que antes planteó. En la campaña dijo que iba a acabar con el aeropuerto en Ciudad de México y cumplió su palabra. Pero eso trajo unas consecuencias muy fuertes para él en la reacción de los inversionistas y del mercado en la reacción de las bolsas, en la reacción respecto de la moneda, la moneda se devaluó. Y, sobre todo, creo que le abrió un frente de poca credibilidad en un sector que va a necesitar para su proyecto, porque es el sector que tiene que ver los mercados. Esta decisión ha fracturado la credibilidad en esa parte que tiene mucho que ver con la inversión externa e interna.

¿Cómo evalúa el plan de seguridad?

El proyecto que tiene de no solo no retirar al Ejército sino que acelerar, aumentar el uso del Ejército en tareas de seguridad pública, ha creado un malestar en quienes creían a pies juntillas que su promesa de desmilitarización iba a cumplirse, además de no perseguir a los corruptos. Ha desconcertado a sus seguidores, pero no ha disminuido su popularidad. De manera que comienza un gobierno muy fuerte, con mucha popularidad, legitimidad, aunque sus primeros pasos hayan sido erráticos y me parecen caros para él.

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