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Michael Ignatieff: “No creo que Trump ni ningún autoritario tenga la capacidad y el poder de revertir el orden moral liberal”

Exlíder liberal y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024, aborda en esta entrevista con La Tercera los crecientes roces entre su país y Estados Unidos, la ola de la ultraderecha global y el futuro del liberalismo.

Destacado historiador y académico canadiense, Michael Ignatieff es una figura central del pensamiento liberal mundial. Premio Princesa de Asturias 2024 de Ciencias Sociales, es ensayista y autor de varios libros, entre ellos Sangre y pertenencia. Viajes al nuevo nacionalismo, y una aclamada biografía de Isaiah Berlin, de quien fue discípulo. Profesor de las mejores universidades del mundo, además fue político del Partido Liberal canadiense, y un gran comunicador con amplia presencia en los medios.

Hoy Michael Ignatieff enseña en la CEU, la Universidad Central Europea, que dirigió entre 2016 y 2021, cuando este centro de estudios fue expulsado de Budapest por el gobierno de Viktor Orban por razones políticas -es financiada por George Soros-, y se restableció en Viena. Desde su escritorio allí, vía Zoom, y a pocos días de la victoria liberal en la elección de Canadá, conversa con La Tercera. “Es la que ha tenido mayor efecto global, porque es el primer referéndum democrático sobre Donald Trump. Y Canadá dijo: ‘si crees que puedes hacer bullying a un país democrático, piénsalo bien, porque el efecto de este bullying exterior es catalizar al país contra ti’”, apunta.

Usted ha dicho que “no es tan fácil eliminar el liberalismo”. ¿Qué opina de eso hoy, considerando lo sucedido en los primeros 100 días de Trump?

En un nivel geopolítico, la democracia liberal está bajo presión, está en retirada. Eso es bastante obvio. Hay dos fenómenos: uno es el resurgimiento de rivales autoritarios, China, Rusia, Corea del Norte, Irán, o la deriva hacia el autoritarismo de izquierda o de derecha en tu región. Y en Europa presencié de primera mano el colapso de un régimen democrático liberal en Hungría y la consolidación de un gobierno autoritario. Y luego el ejemplo más grave, obviamente, es Trump. Y lo más serio de Trump es el daño constitucional que causará al sistema de pesos y contrapesos. La contribución crucial del liberalismo a la política mundial ha sido una idea simple: el propósito de la democracia es el poder para controlar el poder para así mantener la libertad del pueblo. El propósito de la democracia es la libertad, la libertad de todos, la libertad de cada individuo para vivir su vida, tomar sus decisiones, tener sus opiniones, etc. Y la manera de lograrlo es oponiendo poder contra poder.

Los chequeos y contrapesos…

Claro, así nadie tiene demasiado (poder). Incluso se controla el poder de la mayoría. Y creo que muy poca gente aprecia que esta fue, en cierto modo, una respuesta novedosa a los desafíos de la Revolución Americana, primero, y luego de la Revolución Francesa. Gran parte del liberalismo es una reacción a la tiranía mayoritaria de la Revolución Francesa. Y soy liberal porque mi compromiso es con la libertad individual. Y todo en el sistema liberal —el poder del Estado, el poder de los tribunales, el poder de los medios de comunicación libres, el poder de las universidades como instituciones mediadoras— se basa en el equilibrio y la competencia por la autoridad. Y en esa competencia y ese equilibrio, protegen la libertad de la gente común, y eso es lo que es. Todo eso está en serios problemas, porque nuestras sociedades se enfrentan a dilemas de desigualdad y a presiones de la globalización que afectan nuestra capacidad de nivelar el estándar de vida para todos. Esto está generando un enorme descontento, el que es explotado por quienes lo utilizan para consolidar el poder y, si pueden, destruir los controles y contrapesos que existen precisamente para impedir que alguien obtenga demasiado poder. Eso está pasando, pero soy optimista. Creo que este sistema (democrático) acabará reafirmándose.

¿Por qué es optimista?

En parte, se debe a razones conservadoras tradicionales. Existe cierto conservadurismo en el liberalismo, que no lamento, y es que amo las instituciones y respeto a la Corte Suprema de Estados Unidos. Incluso una Corte Suprema donde todos fueran nominados por Trump, según la teoría liberal, tendría razones institucionales para defender sus propias prerrogativas frente al Poder Ejecutivo. Es un error asumir que simplemente porque has sido nombrado por Trump vas a obedecer sus órdenes. La teoría liberal dice que no somos ángeles, todos tenemos nuestros intereses, pero las instituciones se defienden de otras instituciones. Y creo que existe la posibilidad de que la Corte Suprema y los tribunales federales se enfrenten a Trump y digan que estas cosas son simplemente ilegales. Y entonces tendremos un tema acerca de si decide desobedecer a los tribunales, y en última instancia, esto podría derivar en manifestaciones populares en las calles; podría pasar o no. Entonces, creo que las instituciones reafirmarán sus prerrogativas institucionales y se defenderán. Soy graduado de Harvard, que tiene una dotación de 50 mil millones de dólares. Harvard recibió una carta un viernes: Y dijo: “Esto es una expropiación gubernamental de la universidad más grande y mejor del mundo. Y no podemos permitirlo”. Así que han presentado una demanda, que acabará en los tribunales. Y veo un resultado que acabe salvaguardando la libertad académica no solo de Harvard, sino de todas las instituciones estadounidenses. Esa es la visión optimista. Podría ponerse muy feo. No hay certezas. (Pero) lo más importante que quiero decir (sobre tu pregunta) es que el liberalismo no es solo política.

Foto: AFP ANDREW HARNIK

¿Qué quiere decir?

El liberalismo es una forma de vida. Tú y yo estamos conversando. Tú eres mujer, yo soy hombre. Simplemente doy por sentado, como condición de esta conversación, que eres mi igual y que no tengo ningún privilegio en razón de mi género. Tú no tienes ningún privilegio por tu género, por cierto, pero la igualdad es la condición para que hablemos. Esta condición ha sido luchada, principalmente por mujeres, a lo largo de los siglos XX y XXI. No está asegurada, no digo que seamos perfectos, pero se ha convertido en parte de lo que representa el liberalismo: la igualdad de todas las personas, igualdad de respeto y consideración. Y no creo que Trump ni ninguno de ellos tengan ninguna posibilidad de vencer estas normas culturales ahora arraigadas, que encierran ideas morales muy poderosas. No son solo gustos ni preferencias. No te hablo ni te trato como a un igual porque esté de moda; tú tienes derechos. Así que creo que esto está profundamente arraigado en las sociedades no solo occidentales, sino cada vez más en la sociedad global. El liberalismo ha cometido muchos errores, pero uno de los logros que ha conseguido es esta revolución de la inclusión. Y no creo que haya vuelta atrás. Veo intentos de revertirlo, pero la reacción será feroz. Repito, no quiero restarle importancia al impacto devastador que Trump ha tenido en el orden geoestratégico internacional liberal, ni al impacto devastador que ha tenido en el sistema económico global que dicho orden hizo posible. Pero no creo que él ni ningún otro autoritario tenga la capacidad, el poder, ni siquiera la voluntad de revertir el orden moral liberal que, en mi opinión, ha estado vigente desde 1945. Al menos esa es mi esperanza. Y por eso cruzo los dedos.

Pero los ataques y prohibiciones de Trump a los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), su guerra cultural contra lo que él llama “woke”, ¿no cree que está socavando esa igualdad?

Mi opinión sobre el ataque a la DEI y al “woke” es que, de hecho, el liberalismo era vulnerable en estas áreas. Una cosa es promover la igualdad de género, que debiera ser la base de nuestra vida moral, pero otra es (cómo) se empujó la Diversidad e Inclusión en las universidades… No se podía acceder a un puesto en la Universidad de Berkeley a menos que se hiciera una declaración de diversidad, un compromiso sobre lo que se haría para promoverla. Creo que eso es totalmente inapropiado. Fui director de una universidad, y nunca le habría preguntado eso a ningún candidato. Yo castigaría a un académico que tratara a una mujer o a una persona gay con faltas de respeto, o que menospreciara a alguien por su raza, religión o credo. Pero eso no es DEI, que simplemente te pide que te adhieras a un conjunto de objetivos colectivos aspiracionales, lo cual no creo que sea apropiado para las universidades. Y el liberalismo, desafortunadamente, al basarse en la libertad de expresión y en la libertad, ha dado licencia a mucha gente que usa nuestras libertades para imponer formas de corrección política que creo que los liberales debemos rechazar. Y yo haría una distinción muy clara entre defender absolutamente el fundamento jurídico y legal de la revolución de la igualdad que el liberalismo hizo posible a partir de los años 60. Pero no apoyaría las formas en que la diversidad y la inclusión se convirtieron en una ideología coercitiva de pensamiento. El liberalismo es una doctrina de persuasión, no puedo imponerte ninguna idea, solo puedo intentar persuadirte para que creas algo. Y la genialidad de los fundadores del liberalismo, desde Locke, fue que comprendieron que la gran amenaza en una sociedad libre es el conformismo ideológico y el intento de reemplazar la persuasión uno por uno, persona por persona, con algo así como: bueno, todo el mundo sabe, todo el mundo cree, que algo es cierto. No, no.

¿Cómo está observando la globalización de la ola de ultraderecha? Usted dirigía la CEU cuando Orban la expulsó de Hungría. Hoy Orban está acompañado de liderazgos afines en muchas partes del mundo.

Cuando Orban nos atacó, era solo Orban. El ataque de Orban a la CEU comenzó básicamente como una campaña electoral para ganar sus próximas elecciones, y decidió convertir a Soros en su enemigo número uno. Y aquí está la conexión: solo comenzó la campaña después de la elección de Trump. Como somos una institución estadounidense, él comprendió que, con la elección de Trump, el presidente estadounidense no defendería una institución estadounidense en el extranjero, especialmente una financiada por George Soros, porque Soros había financiado a su rival, Hillary Clinton. Así que esa es la parte política. Entonces esto empieza a pequeña escala con Orban, lanzando una campaña contra la universidad para ganar unas elecciones. Y luego, a partir de 2017, empieza a crecer como una bola de nieve hasta convertirse en un ataque generalizado contra la democracia liberal y el liberalismo. Identifica a Soros como el síntoma de los cosmopolitas liberales desarraigados que se oponen al cierre de fronteras y quieren admitir musulmanes e inundar Europa de inmigrantes, hostiles a las particularidades nacionales de Hungría y otros países. (Orban) es el ideólogo más eficaz de una visión global derechista del mundo, que empezó a ganarse muchos amigos. Así, un país pequeño como Hungría, de repente se convirtió en una figura global que empezó a atraer apoyo en todo el mundo. Así que ahora existe una internacionalización global de partidos de extrema derecha. Ha sido un ideólogo muy eficaz durante todo el proceso. Pero creo que es importante que no nos precipitemos.

Foto: Viktor Orbán / Vladimir Putin.

¿Por qué?

Para empezar, si volvemos a Orban, él está en serios problemas a nivel nacional. Por primera vez desde 2010, se enfrenta a una campaña de oposición creíble, honesta y de masas, que le lleva una ventaja considerable en las encuestas. ¿Por qué? Porque estos regímenes son incorregiblemente corruptos. Consolidan el poder por una razón, es solo para controlarlo todo para poder robar. Y el robo de Orban es sistémico, no se trata solo de una falla personal de unos pocos. Es el propósito del sistema. Y la gente se está dando cuenta de esto, porque ven que un país que recibe miles de millones de dólares en subsidios de otros Estados europeos no los gasta en hospitales ni en otro ferrocarril. Los gasta en sus propias casas, y la gente está harta. La corrupción es una vulnerabilidad, lo será en todas partes. Y esto representará una gran vulnerabilidad para Trump. Su régimen se dedica a enriquecerse sistemáticamente y, con el tiempo, los estadounidenses sentirán asco por eso. Y, bueno, la cuestión sobre todos estos políticos es simple, pero es algo que nunca debe olvidarse: todos han alcanzado el poder por la vía democrática. Eso los hace vulnerables al juicio de un público enfurecido y desilusionado. Si te dedicas a concentrar la indignación y la rabia popular y luego no logras hacer nada más que enriquecerte, estás preparando una tremenda ola de venganza, que los echará. Mira, no seamos inocentes: la gran pregunta en Hungría es si Orban pierde, se rendirá pacíficamente, si aceptará el resultado de unas elecciones libres. La gran pregunta sobre Trump será: ¿dejará el poder pacíficamente al final de su segundo mandato? Es un problema recurrente, pero todos los sistemas democráticos se enfrentan a él, porque la esencia de un sistema democrático es la transición pacífica del poder. Esa es la base. Si rompes esa regla, no eres demócrata. Chile tiene una historia muy trágica y difícil con esta misma cuestión.

17 años de dictadura…

La historia de Chile te dice todo lo que necesitas saber. Si has vivido las consecuencias de un régimen autoritario, creo que muchos chilenos, la mayoría, diría: ‘No queremos eso nunca más’. Orban no va a estar en el poder permanentemente. La democracia tiene todos los defectos que todos dicen, pero tiene también una característica: una vez que se afirma que la soberanía reside en el pueblo, no hay salida.

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