¿Se convierte Holanda en un "narcoestado"?

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Clientes fuera del "coffee shop" The Green House en Ámsterdam, Holanda en octubre de 2011.

Las declaraciones de la ministra de Seguridad argentina sobre Holanda y su política de tolerancia frente a la marihuana, prendieron las alarmas. La policía holandesa ya lo había advertido a inicios de año.


"En Holanda hoy están diciendo que es un narcoestado. Están en una crisis. Son los principales exportadores de droga de síntesis en Europa. Y todo por la despenalización". Esas fueron las declaraciones de la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, a fines de abril en un programa de televisión, que generaron tal controversia que incluso tuvo que disculparse con la embajada de los Países Bajos en Argentina.

Pero los dichos de Bullrich no son aislados. A principios de año, la Asociación de la Policía Holandesa (NPB) envió al Parlamento un informe en el que sostienen que son incapaces de combatir el surgimiento de una "economía criminal paralela". El propio documento del sindicato de la policía holandesa sostiene que "Holanda cumple muchas características de un narcoestado".

Pieter Tops, experto en temas de gobierno local y democracia en la Universidad de Tilburg, señaló al diario Volkskrant, que el país cumple con los requisitos para clasificar en la controvertida definición. "Un narcoestado es un país donde se produce y/o comercian a gran escala drogas prohibidas. Esta definición, sin duda, se aplica a Holanda", afirma.

En el informe de la policía se revela que solo uno de cada nueve grupos delictivos puede abordarse con los recursos con los que cuenta la policía actualmente. "Los detectives ven que los pequeños delincuentes se convierten en ricos empresarios que se establecen en la industria de inmuebles, el mercado de la vivienda y agencias de viajes", sostiene el reporte elaborado en base a 400 entrevistas con detectives.

La tesis que sostiene la policía es clara: la libertad del consumo de marihuana en los conocidos "coffee shops" y la legalidad de la prostitución han incidido en la proliferación de pandillas y organizaciones delictivas.

Según el ministro de Justicia y Seguridad holandés, Ferd Grapperhaus, en Holanda se ganan anualmente 3.000 millones de euros en tráfico de drogas, por lo que advirtió que el dinero que viene de las drogas amenaza con eclipsar la economía normal. El tráfico de drogas se estima que genera 24 mil millones de euros en toda Europa.

Violencia de pandillas

En marzo de 2016, la cabeza cortada de un joven de 23 años se exhibió en la entrada de un local conocido por ser punto de encuentro entre traficantes de drogas, en Ámsterdam. El resto del cuerpo de la víctima fue hallado en un vehículo quemado al otro lado de la ciudad. En enero de este año, un adolescente de origen marroquí fue baleado por error en la capital holandesa, producto de una guerra de bandas asociadas al narcotráfico en ese país.

"Ha sido un tema tabú hasta ahora, a pesar de que el crimen organizado ajusta cuentas a tiros a plena luz del día. En los últimos 30 años, además, los pequeños traficantes holandeses se han convertido en grandes inversionistas en inmuebles. En definitiva, estos son los rasgos de un narcoestado", sostiene Jan Struijs, presidente del Sindicato de la Policía de ese país.

Holanda adoptó en 1970 una política de tolerancia con drogas blandas, y dentro de esta legislación se permite el consumo de marihuana, pero no su producción y comercialización. La existencia de los "coffee shops" -donde está permitida la comercialización de marihuana- es un intento del gobierno de mantener controlado el mercado de cannabis. Sin embargo, esta política de tolerancia ha ganado varios detractores: "Este sistema de dos niveles donde lo vendes abiertamente pero no puedes producirlo está completamente en bancarrota. Es un sistema fundamentalmente defectuoso, que inyecta millones en un submundo criminal", señaló al portal Vice News Jan Brouwer, profesor en la Universidad de Groninga, especializado en política de drogas.

El alcalde de Ámsterdam, la policía local y el fiscal de la capital holandesa ya han advertido públicamente de un crecimiento del crimen organizado. El jefe de la policía de Ámsterdam, Pieter-Jaap Aalbersberg, afirmó que su equipo estaba ocupando del 60% al 70% de su tiempo intentando combatir crímenes relacionados con pandillas. Pero el profesor Tops, es más categórico y señaló que "no es cierto que solo el departamento de investigación criminal no esté bien equipado para tratar el delito relacionado con las drogas. El problema es más amplio: concierne a todo el sistema judicial". "La investigación muestra que el nivel de castigo es bajo, y el derecho penal es una pesadilla logística: los procesos penales se pueden prolongar sin fin", añadió.

Uno de los principales puntos de entrada a Europa de cocaína y otras drogas, es Róterdam. La Oficina Europea de Policía (Europol) asegura que la mitad de la cocaína del continente ingresa a través de esta ciudad. Además, la gran mayoría del éxtasis que se consume en Occidente proviene de laboratorios del sur de Holanda, administrados presuntamente por pandillas marroquíes involucradas en la producción de cannabis.

Ante esta realidad holandesa, la policía de ese país, mediante el informe, busca ejercer presión para que se recluten más de 2.000 oficiales. El gobierno ha reconocido el desafío que ha significado el aumento del crimen organizado. El ministro Grapperhaus admitió que existe una necesidad de inversión en la fuerza policial, sin embargo, aseguró que "el término 'narcoestado' no es una calificación que yo usaría".

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