
Tras bochornosa votación, Merz es elegido canciller de Alemania en segundo e inédito intento
En una jornada que evidenció la fragilidad de la nueva coalición de gobierno, el conservador Friedrich Merz sufrió un revés en la primera votación en el Parlamento. La crisis económica y el avance de la extrema derecha aparecen como sus principales desafíos.

“Señora presidenta, gracias por su confianza: acepto la elección”. Las palabras de Friedrich Merz dirigidas a Julia Klöckner, presidenta de la Cámara Baja del Parlamento alemán o “Bundestag”, ya entrada la tarde de este martes, reflejaban mucho más alivio que la seguridad con la que apareció en la mañana, cuando se suponía que sería electo canciller.
El Parlamento eligió formalmente a Merz como el décimo canciller de la República Federal de Alemania desde la Segunda Guerra Mundial, tras una humillante derrota en la primera vuelta, que planteó serias dudas sobre la estabilidad del próximo gobierno de coalición. Merz, de la unión conservadora compuesta por la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), forma así gobierno con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), luego de suscribir un “acuerdo de coalición”.
A pesar de ese acuerdo, unos 18 diputados le arruinaron la fiesta durante la mañana, cuando votaron en contra de su propio candidato o se abstuvieron. Al ser el voto secreto, se desconoce su identidad. Con su decisión llegaron a asustar a los mercados alemanes con más semanas de inestabilidad.
El líder de la CDU no había conseguido en una primera ronda recabar los votos necesarios para convertirse en canciller de Alemania, aunque el gobierno de “gran coalición” que va a dirigir cuenta en el Bundestag con 12 votos más de lo necesario para la mayoría requerida (de 216 votos). Merz obtuvo 310 votos, seis menos de los necesarios y 18 menos de los 328 con los que cuentan la CDU, la CSU y el SPD.
El fracaso de Merz durante la mañana del martes había sido histórico. Nunca antes había ocurrido. Hasta ahora los cancilleres federales siempre habían sido elegidos en la primera vuelta.
Sin embargo, durante la tarde todo regresó a su cauce y el conservador obtuvo 325 votos de los 316 que necesitaba. Los partidos que formarán el nuevo gobierno decidieron limitar los daños provocados desde sus propias filas llamando al orden y votando en consecuencia.

El fracaso fue histórico, y tuvo a Alemania tensa durante unas cuantas horas. El lunes los socialdemócratas y democratacristianos habían firmado un acuerdo para gobernar, poniendo a Friedrich Merz como canciller y líder del Ejecutivo. Sin embargo, en una votación secreta que se suponía votaría sin problemas al líder conservador, 18 diputados decidieron no apoyarlo.
“El diputado Friedrich Merz no ha obtenido la mayoría necesaria de al menos 316 votos. Suspendo la sesión para que los jefes de los grupos parlamentarios puedan efectuar consultas”, anunció la presidenta de la Cámara Baja, Julia Klöckner, oficializando así una derrota nunca antes vista, y que obligó a una segunda vuelta que terminó dándose a las 16.00.
En esa segunda vuelta ocurrió lo que tenía que pasar, y los diputados que habían “traicionado la coalición” en primera instancia se corrigieron. Al respecto, en Reuters comentaron: “Su inestable confirmación, tras una segunda votación organizada rápidamente, ofrece pocas garantías de que será una mejora respecto de su predecesor, un gobierno arcoíris tripartito formado por el SPD, los verdes y los liberales, ampliamente ridiculizado e ineficaz, que duró solo tres años”.

La fiesta arruinada para Merz vino acompañada con caídas en las bolsas alemanas: el indice DAX llegó a retroceder más de un 2% durante la mañana en Frankfurt, luego de una racha de nueve días de ganancia. La situación era tan inesperada, que el mismo canciller saliente, el socialdemócrata Olaf Scholz, se había despedido oficialmente del cargo en una ceremonia militar la noche anterior.
“Qué día, con muchas sorpresas, como usted ha anunciado sobre el trabajo en este lugar”, señaló un aliviado Merz en el traspaso del cargo de jefe del gobierno en la Cancillería Federal junto a su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, quien había tomado instantes antes la palabra para desearle “mucho éxito y mucha fuerza”.
A causa del retraso, incluso la agenda de Merz queda tocada, ya que se esperaba que este martes ocurriera todo el traspaso de poderes: el presidente federal Frank-Walter Steinmeier contaba con nombrar por la mañana a Friedrich Merz. Este mismo miércoles, el nuevo canciller visitará París y Varsovia, las capitales de sus dos grandes vecinos, para dar una señal de que Alemania “vuelve”.
La diputada Ricarda Lang, del partido ecologista, aseguró que quienes votaron en contra son unos “irresponsables”, y se preguntó por qué querrían debilitar a un gobierno al que ellos mismos pertenecen. “Me puedo imaginar dos cosas. Una, que hay descontento en el SPD con el contrato de coalición y con la política de nombramientos. O que una parte de la Unión (CDU/CSU) juega con fuego para dañar a su propio canciller y crear inestabilidad”, especuló.

Algunos comentaristas habían calificado el anterior sabotaje político como una “catástrofe total” para Merz, e incluso “un puñetazo en el estómago”. El político, de 69 años, lidera el bloque de centroderecha CDU/CSU, que ganó las elecciones de febrero con un decepcionante 28,6% de los votos. Los socialdemócratas, ahora socios minoritarios en el gobierno, obtuvieron su peor resultado en más de un siglo en las elecciones, con poco más del 16,4%.
Juntos cuentan con una mayoría muy estrecha, para aprobar una agenda de reformas en el Bundestag, donde el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) forma ahora el mayor bloque de oposición. Un fracaso de Merz en la segunda vuelta habría sumido a la principal economía de Europa en una crisis política total, desencadenando una batalla por el liderazgo sin final definido, o nuevas elecciones en las que se esperaba que la AfD, antiinmigración y pro Kremlin, obtuviera un buen resultado, o incluso una victoria absoluta.
Desde aquel partido, incluso, ya se planteaban repetir las elecciones tras el bochorno de Merz este martes. La colíder de la AfD, Alice Weidel, recibió con regocijo la debacle anterior y publicó en X que su fracaso a la hora de conseguir una mayoría en la primera vuelta “muestra sobre qué base débil está construida la pequeña coalición”.

Los desafíos para el gobierno
A lo ancho del espectro político están de acuerdo en que el país necesita un gobierno funcionando lo más rápido posible, y que seguir demorándolo sería un suicidio político. En este contexto, al gobierno de Merz se le vienen muchos desafíos importantes.
El problema central que viene cargando Alemania desde hace tiempo es la crisis económica que el país sufre, y que es la más fuerte que ha tenido desde la reunificación en 1990. Alemania fue la única economía del G7 que no creció en los dos últimos años y va camino de un tercer año sin crecimiento. El mes pasado, el Ministerio de Economía alemán redujo su previsión de crecimiento del PIB a 0,0% para 2025.
La causa principal: la guerra comercial impulsada por Donald Trump y los efectos estructurales de una economía dependiente de la exportación. El principal factor que arrastra la producción industrial al borde del abismo es la caída libre del sector automovilístico, que en otros tiempos era el buque insignia del modelo de negocio e industria alemana, basado en la exportación.
Sin embargo, como indica Euronews, es poco probable que haya una reestructura drástica de la economía bajo la nueva coalición “rojinegra”, aunque lo que sí se podría esperar sería un ajuste fiscal. Además, uno de los puntos de desacuerdo entre la CDU y el SPD es la reforma del llamado freno de la deuda, que es la disposición constitucional que impide a los gobiernos gastar más recursos de los que entran en las arcas estatales.
Asimismo, las posiciones que pueda tomar el nuevo gobierno en migración, tanto en la práctica como en los discursos políticos, serán un tema central para evaluar su relación con la AfD. En los últimos meses Merz había roto un tabú de la política alemana al buscar el apoyo de la formación ultra para aprobar políticas en contra de los solicitantes de asilo.
Considerando que incluso las posiciones de los socialdemócratas se han vuelto más rígidas recientemente, el nuevo canciller no debería tener problemas en aprobar leyes que ataquen de manera más dura la inmigración ilegal. Sin embargo, sobre el futuro de la coalición rojinegra podría seguir moviéndose una “espada de Damocles”, el apoyo a la extrema derecha: algo que el SPD rechaza categóricamente, a diferencia de la unión CDU/CSU.
Como contrapunto del gobierno, lo que haga y pase con la AfD podría determinar la unión del bloque. Justamente la semana pasada, los servicios de inteligencia alemanes catalogaron al partido como “extremista de derecha”, reabriendo el debate sobre la posible legalización del grupo.
En esa dirección, una de las cosas que se deben decidir pronto es si iniciar o no el proceso para que el Tribunal Constitucional declare ilegal a la AfD, y esto mismo separa a la centroderecha y a la centroizquierda en la coalición. Los últimos se han mostrado abiertos a debatirlo, y los primeros creen que no es la forma de vencer al fascismo. “Un partido como AfD no puede combatirse jurídicamente, sino que hay que hacerlo políticamente”, declaró Thorsten Frei, ahora ministro para Asuntos Especiales del gabinete de Merz, a la publicación Pioneer.
El miedo es que en las próximas elecciones generales la AfD se convierta en el partido más votado de Alemania. Hoy son la primera fuerza de oposición, luego de conseguir el 20,8% de los votos en febrero. Según el dictamen de los servicios de inteligencia, el partido se sitúa en los márgenes ideológicos de la sociedad, y algunos de sus postulados son “incompatibles” con la democracia.
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