
Vientos y tornados en Chile: el fenómeno con siglos de historia que vuelve a poner a prueba la prevención
Eventos de este tipo no son nuevos ni recientes; más bien, a ojos de los expertos, la gente olvida que han existido a lo largo de la historia del país. Especialistas advierten que aún se debe educar de mejor forma a la ciudadanía para enfrentarlos.

Dejó más de 150 hogares con daños y generó gran preocupación en el centro-sur del país. El tornado registrado en Linares el 20 de septiembre despertó una serie de dudas sobre cómo está preparado Chile para prevenir y mitigar este tipo de eventos meteorológicos.
Según aseveran expertos, esto no es algo nuevo, pero a las personas se les suele olvidar que de vez en cuando estas masas violentas de aire se dejan ver por tierras nacionales. En agosto de 2024, ráfagas de hasta 120 kilómetros por hora derribaron cientos de árboles en la capital, provocando extensos cortes de luz, y apenas la semana pasada otro episodio, aunque menor, produjo situaciones similares.
El tornado que afectó hace dos semanas a la región del Maule fue clasificado con categoría EF-0 en la Escala Fujita Mejorada, según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), y los vientos oscilaron entre 105 y 137 km/h. Este evento, que destaca junto al ocurrido en Puerto Varas en mayo pasado y al avistamiento de trombas marinas en el golfo de Arauco, instaló la pregunta de qué tan preparados estamos para este tipo de eventos y qué tan probable es que puedan ir en aumento.
Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)², señala que estos hechos no han sido aislados y que ya se han contabilizado al menos siete en lo que va del año, pero apunta que no se trata de un nuevo factor climático. De hecho, existen registros de tornados en el país al menos desde el siglo XVII.

Aunque no hay información sistemática, en 2010 el capitán de Fragata (r) de la Armada, Alejandro de la Maza, como miembro del Servicio Meteorológico del organismo, realizó una revisión bibliográfica de trombas y tornados, la cual publicó en la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante de Chile (Directemar).
Según este registro, entre 1633 y 2020 se han registrado al menos 50 tornados. Por ejemplo, algunas notas históricas hablan de un viento arremolinado que destrozó la entrada del fuerte español San Antonio de la Ribera en Carelmapu, el 16 de mayo de 1633, el cual voló los techos de las casas de soldados y hasta desenterró los cadáveres del cementerio.
De acuerdo con el meteorólogo e investigador de la Universidad de Valparaíso Julio Marín, estos eventos suelen aparecer principalmente entre mayo y agosto, y con mayor frecuencia entre las regiones del Maule y de Los Lagos, “aunque hay algunos registros de tornados más al norte, como en Quillota o más al sur”, detalla.
El fenómeno al menos ha demostrado que hay ciertas ciudades no preparadas para él, como Santiago, donde hubo pugnas públicas sobre quién debe hacerse cargo de la poda de árboles o de la limpieza de cables en desuso.
Desde Senapred (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres) indican que “existe consenso en la necesidad de reforzar el instrumental meteorológico con el que cuentan los organismos técnicos, de modo que permita monitorear la trayectoria de posibles trombas o tornados”.
Por otro lado, declaran que resulta importante el esfuerzo que ha realizado la Dirección Meteorológica para generar los avisos y alertas por la presencia de nubes convectivas con características tornádicas, que permiten a Senapred realizar los análisis de las condiciones de riesgo. “Hemos abordado con las direcciones regionales las respectivas coordinaciones, con el propósito de fortalecer la observación de campo ante este tipo de fenómenos cada vez más frecuentes, establecer los respectivos niveles de alertas y generar la comunicación del riesgo con medidas preventivas, para que las personas sepan qué hacer en caso de enfrentarse a eventos de estas características”, aseveran.
Con todo, el aumento de reportes, según defienden los expertos, no necesariamente tiene que ver con un incremento en el número de tornados o vientos huracanados como los vistos en el último tiempo. “Esto se debe a que hay una mayor población en la región más propensa a la ocurrencia de estos eventos, y también a que hay una mayor cantidad de personas con acceso a dispositivos que pueden registrar estos eventos y publicarlos en las redes sociales”, dice Marín. Además, menciona que las últimas investigaciones no han mostrado una tendencia clara al aumento o disminución de condiciones favorables para la ocurrencia de estos eventos.

“Hay un fenómeno, que es más bien antropológico o sociológico, que es la amnesia respecto de la existencia de tornados en Chile. No es que en Chile no haya tornados, sino que lo que sucede es que a la gente se le olvida que existen”, comenta Rondanelli, aunque señala que la posibilidad de que este tipo de eventos aumente no está completamente cerrada.
Según explica, un tornado se forma entre la superficie y la base de una tormenta convectiva muy intensa. Tiene que haber una fuerte inestabilidad en la atmósfera y cambios bruscos en la intensidad y dirección del viento.
El aumento de la temperatura global y la humedad, como consecuencia del calentamiento global, puede provocar que las atmósferas sean más inestables y que den lugar a tormentas que propicien la aparición de tornados. Si bien aún no hay estudios enfocados en Chile sobre el efecto del cambio climático en la ocurrencia de tornados, Marín comenta que recientemente una estudiante presentó su tesis al respecto, y encontró que para finales de siglo aumentarían las condiciones para la ocurrencia de atmósferas más inestables y que, por consiguiente, favorecerían un aumento de tornados en la región.
“Pero necesitamos más estudios como estos y más detallados para lograr un consenso sobre el efecto del cambio climático en estos eventos en Chile”, sostiene el meteorólogo.
Lo que sí, los expertos determinan que la aparición de los recientes tornados y trombas remarcan la necesidad de tener mejores instrumentos para observar y registrar el lugar y momento en que pueda ocurrir otro.
Además, enfatizan que se debe educar de mejor forma a la ciudadanía para que esté preparada ante este tipo de condiciones climáticas y sobre cómo enfrentar la situación en caso de que un tornado se aproxime.
También destacan la importancia de adaptar la infraestructura en zonas propensas a tornados, sugiriendo que se deben incorporar consideraciones de resiliencia en las construcciones. Si bien Senapred tiene publicado en su sitio un folleto donde explica cómo reconocer un tornado a lo lejos y cómo resguardarse, Rondanelli cree que esto no es suficiente.
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