Elizabeth Lira: "La desigualdad es una característica de este país, desde sus inicios"

Elizabeth Lira,   sicóloga y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales

La profesional cuenta cómo partió su interés y lucha por los derechos humanos, luego de que jóvenes campesinos, quienes eran sus alumnos, fueran ejecutados durante los años 70.




Su carrera como académica en el ámbito de los derechos humanos comenzó con una experiencia dolorosa. Por ello, Elizabeth Lira, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado y recientemente ganadora del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, reconoce que tiene una visión crítica de este ámbito en Chile.

¿Cómo parte su interés y lucha por los derechos humanos?

Entre 1971 y 1973 trabajé en un programa de la Universidad Católica que se llamaba Centro de Estudios Agrarios y ahí tuvimos programas de formación para dirigentes campesinos, que venían de todo Chile. La formación era muy completa. Se les enseñaba desde literatura hasta a leer los diarios. Cuando vino el 73, muchos de esos alumnos cayeron presos, algunos desaparecieron y otros fueron ejecutados.

¿Cuál fue la situación que más la marcó en este ámbito?

Uno de ellos fue un campesino que yo volví a ver a principios del 75, y que a consecuencia de los apremios tuvo un daño cerebral. Él fue mi paciente y se trató siquiátricamente, pero era un hombre muy dañado, con pocas posibilidad de salir adelante y finalmente se suicidó. Para mí eso fue algo muy fuerte y me empezó a preocupar cómo se trataba a estas personas, quién les prestaba servicios, cómo los podían ayudar. Ahí me vinculé con la Vicaría de la Solidaridad y después con la Fundación de Ayuda Social de las iglesias cristianas. Y definitivamente empecé a trabajar en este tema.

¿Cómo ve las actuales banderas de lucha en Chile, como la migración, los derechos de los niños y la igualdad de género?

El país se está poniendo a tono muy rápidamente en una serie de demandas sociales que durante muchos años estuvieron sumergidas. Nunca habíamos tenido el número de migrantes que hay ahora, y nosotros tenemos una mirada muy temerosa de la diferencia. Me parece que eso es algo que nos está desafiando, porque hoy día también la discriminación es denunciada. Antes, a los niños les pegaban hasta en el colegio. Eso de "la letra con sangre entra" venía porque los profesores les daban reglazos a los niños, o los hincaban sobre las piedras. Eso ya no se puede hacer y encuentro que es un tremendo progreso. O también cuando pensamos en la reacción de la sociedad frente al femicidio. Antes esto pasaba como 'bueno, una mujer más, quizás en qué la pilló'. La justificación de la agresión a la mujer siempre partía desde su conducta. Hoy eso tampoco es posible.

Teniendo en cuenta esos avances, ¿considera que, de todos modos, en Chile el tema de la igualdad, en sus diferentes dimensiones, es un derecho vulnerado?

Eso, la desigualdad, es una característica de este país desde sus inicios, aunque creo que se ha progresado enormemente en esta materia. Primero, porque tenemos más claridad del problema y, segundo, porque me parece que siempre el tema de la desigualdad da origen a la discriminación, y así también se justifican las discriminaciones en función de desigualdades. Hemos progresado, pero estamos todavía muy atrasados. Esta no es una sociedad que le dé iguales oportunidades a todos sus habitantes.

Hablando sobre el atropello de los derechos, ¿cómo ve lo que pasa con los niños mapuche en el sur y con los del Sename?

Creo que ese es un problema enorme que tenemos que afrontar como sociedad, porque los temas de seguridad no pueden ser prioritarios en relación al respeto de los derechos de las personas. Lo que hay que buscar es cómo uno compatibiliza la responsabilidad del Estado en materia de seguridad pública con el respeto de los derechos de las personas (...) En el caso del Sename, es contradictorio que tengamos una declaración de los derechos de los niños desde 1990 y que las políticas públicas para esos niños no estén acorde con esos derechos. Ahí se ha invertido mucho dinero, pero no todo el que se debería.

En el caso de Tiltil, ¿son vulnerados los derechos de salud?

Cuando la gente está expuesta a condiciones ambientales que afectan su salud, claramente hay derechos que no están siendo respetados. No me atrevería a decir que están siendo vulnerados, porque nadie ha tenido la intención de hacerlo, pero es algo que ocurre. Entonces, eso tiene que ser responsabilidad de la autoridad, para ver cómo se acuerdan soluciones que resuelvan el problema que afecta a los habitantes.

¿Cómo ha visto el funcionamiento de la Subsecretaría de DD.HH.?

Como algo que era indispensable, porque en alguna instancia del Estado tiene que haber un seguimiento de todas las responsabilidades que Chile tiene en materia de derechos humanos. Cuando se empezó a formular la idea de la subsecretaría, nos parecía que ese era el lugar de donde tendría que venir la asistencia del Estado, porque el Instituto de DD.HH. es jurídicamente independiente de cualquier gobierno. En cambio, la subsecretaría expresa la política del gobierno que esté de turno. Eso es muy importante, porque necesitamos que más instancias refuercen en distintas partes del país que los derechos humanos hay que respetarlos.

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