Histórico

Estudio muestra que aumenta el consumo cultural, pero con brechas de desigualdad

El 12 y 13 de mayo un seminario en el GAM reabrirá la discusión sobre el acceso a los productos culturales.

A principios de la década, para nadie era tan claro que leer un libro, ir al cine o escuchar un concierto, podía influir en la calidad de vida o en la superación de la pobreza. Los tiempos al parecer han cambiado y hoy el 40% de la población piensa que es importante gastar parte del dinero de su canasta familiar en cultura. Arriba del 66% cree además que acceder hoy a la cultura es más fácil que hace cinco años.

Son cifras de la Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural del 2009, a partir de una muestra representativa de 4.176 casos. Hoy, los resultados vuelven a ponerse sobre la mesa en el Seminario de Políticas culturales: ¿qué medimos?, ¿cómo evaluamos?, organizado por el Observatorio de Políticas Culturales, que se realizará el 12 y 13 de mayo en el Centro Gabriela Mistral (GAM). La cita convoca a muchos centros culturales, museos y universidades más importantes del país. Y vienen invitados internacionales de jerarquía, como el Centro Pompidou de Francia y el Centro de Políticas Culturales de Warwick, Inglaterra.

Aunque el consumo cultural chileno acusa enormes brechas de desigualdad (según la encuesta, los segmentos D y E registran apenas un 15% y un 2,6%, respectivamente, de asistencia a eventos culturales), los expertos revelan un cambio importante. "Independiente del ingreso económico, hoy las personas valoran más la cultura y la democracia. Son conscientes de que acceder a ella les ayuda a revalorar la vida y a ampliar las expectativas", señala Tomás Peters, sociólogo de la U. Alberto Hurtado.

Junto a un equipo de investigadores liderado por el sociólogo Pedro Güell, Peters lanzará a fines de julio un libro del Centro de Investigaciones Socioculturales (Cisoc) de la U. Alberto Hurtado sobre los alcances de la encuesta. "La creación del Consejo de la Cultura le da al ciudadano mayor acceso, pero siguen existiendo limitantes estructurales, como la educación, el ingreso y la edad. Sin embargo, nuestro análisis demuestra que en el consumo cultural se involucran otros fenómenos sociales, como la subjetividad del gusto o la forma en que se concibe Chile", explica Güell.

El cine a la cabeza
Según las cifras, el cine es el principal consumo cultural de los chilenos (35%). Los conciertos implican el 30%, la danza el 23,5%, las artes visuales el 22% y el teatro el 19%. El cine es la opción por la cual el público está más dispuesto a pagar y la danza es la que más se asocia con gratuidad.

En relación con la encuesta anterior, del 2005, los datos de asistencia repuntan en teatro y danza. "Los medios masivos han hecho su contribución. Los programas juveniles y los concursos de baile han promovido la danza como una expresión válida entre los jóvenes", dice Tomás Peters.

Pedro Güell destaca que el desarrollo tecnológico no le ha restado público a los soportes tradicionales. "Las personas que consumen más internet no consumen menos cultura. Los espacios no se reducen sino que se amplían", dice.

El factor educación
Aunque el consumo cultural ha mejorado, las cifras siguen siendo bajas y en ciertos casos, alarmantes. En la literatura, por ejemplo, más de la mitad de la población reconoce no haber leído ningún libro el último año de la encuesta: un tercio aduce falta de tiempo y el 26% dice que no le interesa.

Modesto Gayo, sociólogo de la U. Diego Portales, un español estudioso de la desigualdad cultural, apunta a la educación: "En Chile pasa algo que no había visto en ninguna otra parte. Hay hogares en que aunque se tiene un ingreso bajo, hay un nivel cultural más alto que otros sectores con más dinero. El efecto de los padres en los hijos es crucial y se nota en los sectores populares. Hay algunos que han logrado agarrar las oportunidades y otros que simplemente no".

Para Pedro Guell, "el interés por los productos culturales no es innato, sino que se educa socialmente. Las actividades gratuitas en Chile son muy visitadas, pero ahora el desafío es generar más bienes gratuitos de alta calidad. La gran sorpresa es que tras varios años de vigencia de las políticas culturales, la desigualdad no disminuye. Eso indica que nos aguarda un esfuerzo aún mayor".

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