La directora argentina Lucrecia Martel, consagrada internacionalmente por sus filmes La ciénaga y La niña santa, cambiará de registro influida por la crisis económica que afecta también al cine, e invadirá de alienígenas la ciudad de Buenos Aires en su próxima película, una adaptación del cómic El eternauta.

"Es un momento muy difícil para hacer filmes como los que yo hago", confesó Martel en Lisboa, donde esta semana se exhibe un ciclo dedicado a su obra en el Centro Cultural de Belém.

El Eternauta es un clásico de ciencia ficción, obra del guionista Héctor Germán Oesterheld y del dibujante Francisco Solano López, publicada entre 1957 y 1959 en la revista argentina Hora Cero Semanal.

El cómic, cuya adaptación al celuloide verá la luz en 2010, narra la historia de los supervivientes de una invasión extraterrestre que arrasa Buenos Aires.

La directora porteña da un vuelco a su carrera, caracterizada por películas de un corte intimista, ambiguo y con hilos narrativos poco predecibles.

"No busco enloquecer al espectador, sino darle una sensación de extrañeza, como el que ve algo por primera vez", aseguró Martel, quien añadió que le irrita que la crítica califique su obra de intelectual, "como si fuese algo elitista, no apto para todos los públicos".

La creadora de La mujer sin cabeza, candidata a la Palma de Oro en la edición del 2008 del Festival de Cannes, lamentó el triunfo del cine "que lleva al espectador por un camino predeterminado, como en una atracción de feria".

"Me molesta que se hable de que tal película es del gusto popular, cuando en realidad es una imposición de un mercado que ha gastado millones de dólares en promocionar ese filme, en crear una necesidad de verlo", criticó Martel.

La directora, muy apreciada por Pedro Almodóvar, desconfía del éxito de la película angloindia Slumdog Millionaire o de la actriz española Penélope Cruz en la pasada edición de los Oscar porque "no son símbolo de cambio en la industria cinematográfica americana, que sigue siendo la más poderosa y la que asfixia al resto de mercados".

Según Martel, en Latinoamérica y Europa "parece que el cine es un producto cultural que no hay que defender", en referencia a la polémica surgida por la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, que ratifica la obligación a las cadenas de televisión españolas de destinar un 5 por ciento de sus ingresos a producir películas europeas.

La ganadora del premio a la mejor opera prima del Festival de Berlín en 2001 por La ciénaga destacó la importancia del silencio en sus metrajes porque "siempre hay algo que queda oculto".

"No confío mucho en lo que dicen los personajes porque cuando alguien expresa sus sentimientos, hay una parte, consciente o no, que está ocultando", señaló Martel, para quien "olvidar es aprender a sobrevivir".

Precisamente el olvido ha sido un tema recurrente a lo largo de su carrera y lo considera "inherente al ser humano" y una práctica que, cuando se aplica socialmente, puede tener consecuencias "terribles", como en el caso de las víctimas de la dictadura argentina.