Aprender a vivir con menos agua

Embalse el Yeso y Cordillera del Cajòn del Maipo


Hace menos de 48 horas dejamos atrás una década marcada por la megasequía que afecta a gran parte de Chile, con cifras preocupantes como el 83% menos de precipitaciones que tuvo la Región Metropolitana durante 2019. Así, este fenómeno climático se ha transformado en un hecho sin precedentes desde que se tienen este tipo de registros en el país, al punto de que en el último "Atlas de riesgo de agua", elaborado por el Instituto de Recursos Mundiales, nos ubicamos en el lugar 18 a nivel mundial y número uno a nivel lationoamericano, encabezando el listado de países que en las próximas décadas tendrán una "posición compleja" con respecto a la disponibilidad de este recurso.

Pese a esto, pensar en un colapso y racionamientos no es algo que debería suceder, ya que Chile posee una buena condición hídrica, con disponibilidad y diversas fuentes desde donde abastecerse. El problema es el rígido sistema de administración de los recursos hídricos que actualmente funciona en Chile amparado en el actual código de aguas. Del consumo total de agua en Chile solo el 6,3% es para agua potable y saneamiento, y un 88% para uso agrícola. Hoy en día el estado no puede otorgar prioridad al consumo humano ya que debe respetar los derechos de aprovechamiento de agua otorgados. Entonces, en caso de disminuir el caudal de las fuentes de agua, la empresa sanitaria —en caso extremo— deberá racionar el agua disminuyendo la entrega a sus usuarios. Con un sistema flexible de administración y una legislación correspondiente, se podría disminuir el consumo de un sector en beneficio del agua potable de consumo domiciliario.

Lo que se debe tener en cuenta es nuestra nueva realidad, en la que debemos aprender a vivir con menos agua y adaptarnos a esta condición. Si bien los consejos para aplicar en el hogar son necesarios y nos ayudan a generar conciencia respecto al uso eficiente del agua, el llamado está dirigido por una parte a una consensuada revisión de la legislación vigente y por otra a las principales industrias que utilizan el agua en sus procesos, los que no pueden ser comparables con el consumo domiciliario. Una de ellas es la agricultura, que necesita establecer métodos para regar de manera más eficiente, pues aunque se han implementado soluciones tecnificadas o por goteo, aún no es suficiente. Muchos de los sistemas de riego tecnificado en Chile (si no la mayoría) no cumplen con la eficiencia de aplicación que pueden alcanzar de acuerdo a su diseño, debido a que los tiempos de riego utilizados exceden a los requeridos por la planta. Sin embargo, es necesario ser cuidadosos en la promoción de prácticas de eficiencia de riego ya que diversos estudios (La paradoja del riego eficiente) han demostrado que donde han sido aplicadas, en raras ocasiones han aumentado la disponibilidad de agua. Por lo que es necesario que estas medidas vayan acompañadas de una sólida medición del agua, limitación de las extracciones y mejor comprensión de los incentivos y comportamiento de los regantes.

En el mes de octubre estuvo en Chile el científico Mark Howden, Viceprecidente del IPCC y experto en adaptación de la agricultura al cambio climático. De acuerdo al Dr. Howden, la adaptación en agricultura tiene tres niveles: 1) incremental, 2) de sistema, y 3) transformacional; definidas de acuerdo al nivel de cambio realizado, de menor a mayor. A modo de ejemplo, en el nivel incremental (1) se puede modificar el momento de la siembra o cambiar por una variedad más resistente a sequía; en el caso transformacional (3) podemos pensar en llevar la agricultura que se realiza en una zona a otra con mejores condiciones climáticas. Es lo que se podría pensar como alternativa para replantearse la conveniencia de ciertas plantaciones que hoy se ubican en el centro de la polémica, como los paltos, que tiñen de verde vastas zonas de la Región de Valparaíso, una de las más afectadas por la falta de agua en el país. ¿Por qué no pensar en mover estos cultivos hacia el sur? Se necesita una legislación en torno al agua flexible que haga posible realizar dichos cambios.

Como medida de adaptación para mejorar la eficiencia del uso de agua en agricultura, hoy es importante la utilización de mayor tecnología como la que entrega la teledetección por medio de las imágenes satelitales que se encuentran disponibles de forma online. La información recopilada por estos sensores podría ayudar a un uso eficiente del agua de riego. Se está estudiando la manera de transformar los datos adquiridos de los sensores en indicadores de la presión del agua en la planta (estado hídrico). De esta forma se podría manejar la aplicación del agua al suelo de acuerdo a cómo se "siente" la planta, lo cual sería análogo a cuando se mide la presión arterial de una persona. Lo anterior significaría un cambio sustancial en el manejo del agua de riego respecto a la situación actual

Es deber de todos, pero sobre todo de quienes más utilizan el recurso, comenzar a pensar en un futuro con menos agua de la que tenemos hoy. Aún tenemos tiempo.

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