Chile no necesita una reforma a las AFP



Por Pablo Vidal, diputado, y Francisco Meneses, economista

Nos han dicho durante décadas que pequeñas reformas, o cambios cosméticos, pueden reparar errores estructurales, pero no es posible. Errores estructurales necesitan cambios estructurales. 

Lo que Chile necesita no es una reforma al actual sistema previsional, si no que necesitamos la creación de un verdadero sistema de seguridad social, que tenga como objetivo fundamental entregar pensiones dignas a todas las personas, y no la capitalización individual que la derecha defiende por su sesgo ideológico. 

No es la capitalización individual la que permitirá entregar buenas pensiones, de hecho, hoy en día las AFP entregan pensiones bajísimas, incluso a quienes han cotizado de manera ininterrumpida. El ahorro individual es indispensable, pero debe ser acompañado por componentes de solidaridad intrageneracional e intergeneracional. 

El presidente de la asociación de AFP planteó que esas empresas no pueden ser garantes de la seguridad social. La verdad es que tiene razón. En estricto rigor, Chile hoy no tiene un sistema de seguridad social y se debe avanzar en un sistema de jubilaciones que garantice ciertos mínimos a la población que está jubilada o por jubilarse dentro de la siguiente década. Para hacer esto, es necesario hacer ajustes mayores a los instrumentos e instituciones que tenemos. 

En primer lugar, necesitamos generar una institución que esté a cargo de entregar jubilaciones a los chilenos, mediante la administración de los aportes de las personas, pero sumando los aportes de las empresas y el Estado. Para poder dar pensiones dignas se requieren de tres pilares fundamentales, el primero es el ahorro individual (que ya existe), el segundo es el apoyo o solidaridad colectiva y el tercero es la generosidad intergeneracional. El apoyo colectivo se traduce en que el aumento de un 6% de la cotización pagado por las empresas vaya a un fondo solidario que apoye las jubilaciones de las personas de una misma generación. Esto apoyará de mayor manera a mujeres y a quienes tienen lagunas en sus cotizaciones. Por otro lado, la generosidad intergeneracional se ejecuta mediante aportes del Estado financiado con impuestos generales. Este aporte del Estado a las pensiones de los chilenos, debe aumentar de forma progresiva y decidida, idealmente igualando el aporte en el fondo solidario. Los fondos de esta institución permitirán entregar pensiones dignas, es decir asegurar pisos mínimos muy superiores a los que hoy en día se entregan.

La generosidad intergeneracional implica que los más jóvenes puedan ayudar a los más viejos cuando estos los necesiten. Es por eso que hace sentido tener en Chile un sistema de seguridad social financiado en forma mixta: una parte por ahorro individual, otro por aporte de las empresas y el finalmente por el Estado. Un sistema que garantice ciertos mínimos de dignidad, esto es lo que hacen los países a medida que alcanzan el desarrollo.

En segundo lugar, necesitamos reformar las AFP, quienes hasta ahora administran el ahorro individual. Las AFP han tenido grandes falencias y algunas virtudes. Estas instituciones no son un sistema de seguridad social, sino que un sistema de inversión. Pero, incluso cuando las analizamos bajo un esquema de inversión, las AFP presentan falencias importantes. Las históricas altas comisiones, donde los montos se cobran al comienzo del depósito y no sobre el porcentaje administrado, ya no hacen sentido. El cambio del sistema de cobros, sobre el monto ahorrado y no al inicio del depósito, ayudará marginalmente a aumentar las jubilaciones de personas sin ahorros que se encuentren al final de su etapa laboral. Pero además es necesario revisar las comisiones en su conjunto. El costo de mantener a las AFP es altísimo, llegando a ser un US$ 1 billón anual (monto similar al bono de apoyo Covid), en tanto el AFC tiene costos administrativos 20 veces menores. Hay voces transversales que señalan que deberíamos tener un captador único, como el AFC, para ahorrarle este dinero a los chilenos y luego licitar carteras de inversión a fondos de inversión. No hace sentido que sigamos despilfarrando dinero de esta manera, llevamos 30 años en esta discusión sin que se haga nada. Las AFP como las conocemos deben ser eliminadas para dar paso a un nuevo sistema.

Una vez reformado el sistema de pensiones, existen una serie de cambios de democratización, accountability y transparencia que se deben hacer, ya que fórmulas concebidas hace 40 años pueden no ser adecuadas para el Chile de hoy y del futuro. A modo de ejemplo, el gobierno ha anunciado un proyecto de ley donde aumenta el límite que tienen las AFP en la compra de bonos de empresas chilenas. ¿Cómo se elige en qué empresas invertir? ¿Cómo aseguramos que los trabajadores no paguen el riesgo de inversiones que los bancos no quieren tomar? De forma democrática tenemos que discutir los montos máximos a invertir en empresas en Chile, las formas de la inversión y la elección de sus directivos. Además, es necesario transparentar las comisiones de los fondos invertidos en el extranjero.

Por su parte, el Estado debe aumentar significativamente el aporte a las jubilaciones de las personas, y entregar de forma responsable garantías mínimas a los trabajadores(as), algo que es planteado por la sociedad civil, como la Coordinadora No+AFP. Chile es un país que camina hacia el desarrollo y teniendo presente nuestras restricciones de recursos, es necesario avanzar para asegurar una vejez digna a través de tres pilares fundamentales, el ahorro individual, la solidaridad y la generosidad intergeneracional, en la construcción de un verdadero sistema de seguridad social.

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