Chile, sombras y futuro

La ministra del Interior, Carolina Tohá, se reunió con parlamentarios de distintas bancadas en el Palacio de La Moneda, para abordar temas de seguridad pública.


SEÑOR DIRECTOR:

La metáfora de un país que asemeja un organismo vivo con dolores y aspiraciones encontraría a Chile en un estado de relativo abatimiento, un tanto melancólico y temeroso por su futuro.

Razones hay de sobra. La pandemia en pocas semanas puso a la humanidad de rodillas y ha dejado graves secuelas: una sensación de miedo frente a la fragilidad de la vida, severas lagunas en la educación escolar y deterioro en la salud mental de jóvenes y adultos mayores. Una crisis económica que golpea la puerta en los sectores de menores recursos y se deja sentir cuando al final de mes la plata escasea. Una crisis política que hizo tambalear a las instituciones tras el estallido social y que tuvo dos momentos de esperanza: el inicio del proceso constitucional para construir una nueva “casa en común” y el triunfo de Gabriel Boric y su promesa de oxigenar la política con un nuevo estilo de gobierno. En ambos casos, el resultado deja un sabor amargo. El categórico rechazo al texto frustró los anhelos de concordar en una nueva Constitución y la desilusión del hechizo roto de un gobierno sin rumbo político claro y que fruto de la inexperiencia y escaso liderazgo apuesta a la prueba y al error, se ha traducido en escasa gobernabilidad.

Pero pensando en el Chile del futuro es imperioso un nuevo pacto social que permita retomar el esquivo camino del desarrollo. A mi juicio, hay tres temas ineludibles. Primero, abordar el proceso de una nueva Constitución. Pensar que con el “Rechazo” se cerró el tema revela miopía política y arriesga seguir erosionando las bases institucionales que le han permitido a Chile décadas de progreso por la simple razón de que una nueva Carta Fundamental, es “fundamentalmente” un símbolo de unión y la actual, aunque nos pese, no es percibida así. Lo segundo, un acuerdo gobierno y oposición donde esta última actúe con la magnanimidad que no tuvo la actual administración en el pasado, para concordar una hoja de ruta que pasa por exigir una agenda donde la seguridad y la educación de niños y adolescentes sean la prioridad, pero que también se allane a lograr un consenso en materia legislativa en pensiones y tributación. Y lo tercero, somos un país embriagado de desconfianza y con un escepticismo tosco que anega nuestra vida cívica. Hemos ido perdiendo los anclajes mínimos de virtudes que permiten ordenar nuestra convivencia. Superarlo, requiere mucho coraje moral, nos involucra a todos y debe ser parte integrante de ese nuevo “contrato social”.

Carlos Williamson

Clapes UC

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