Columna de Bernardita Yuraszeck: Déficit docente: también es prioridad

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Un estudio de la Universidad de los Andes arrojó que el 96% de los niños y niñas de 1° básico no conocen las letras del alfabeto. A su vez, terminamos el 2022 con un grave balance: más de 50 mil estudiantes fuera del sistema escolar y 1,2 millones tuvo inasistencias graves, el paso que antecede a la deserción.

Todavía no se conocen los resultados del Simce -información que nos permitirá tener un diagnóstico más preciso de los efectos de la pandemia-, pero el Ministerio de Educación ya adelantó que no se auguran buenos indicadores. Por si fuera poco, a este dramático escenario se sumaron los incendios, que dejaron 21 colegios dañados.

Todos son desafíos prioritarios y profundos, pero que solo se pueden superar si contamos con profesores altamente comprometidos, formados y trabajando colaborativamente. No es posible avanzar en corregir las brechas y mejorar los aprendizajes sin los profesores, por lo tanto, la escasez de docentes y su bienestar también es prioridad.

Sin duda, el aumento de la matrícula en las carreras de Pedagogía da un leve respiro, pero la escasez proyectada de 26 mil profesores idóneos y cerca de 7 mil educadoras de párvulos a 2025 (Elige Educar) nos debe seguir alarmando.

Porque esto significa, en concreto, una sala de clases sin un líder idóneo que promueva estos cambios que tanto discutimos, y que no ocurrirán en el corto plazo dado la profundidad del daño. Por otro lado, el aumento en el interés por estudiar Pedagogía no asegura que los profesores egresen y luego se mantengan en el aula.

Otro estudio de Elige Educar y las universidades de Chile y Magallanes mostró que la principal motivación de los jóvenes que estudian Pedagogía es hacer una contribución social. Pero ese propósito muchas veces se desdibuja en el ejercicio de la profesión por las condiciones laborales y la falta de apoyo en los primeros años.

Y hoy contamos con una política pública aprobada que permite abordar este problema: el Sistema Nacional de Inducción, que busca que los docentes noveles cuenten con un mentor, o profesor con más experiencia, que lo acompañe en sus primeros años.

Existe amplia evidencia de la efectividad de esta medida para la retención y desarrollo de los profesores. Pero la implementación ha sido engorrosa y poco priorizada. Llegó el momento de tomarnos en serio este recurso.

La educación es nuestro pilar social y el Estado debe abordar de forma concreta y, no secundaria, la atracción, retención y desarrollo profesional docente.

Sin profesores no habrá aprendizajes. No sigamos poniendo la carreta delante de los bueyes.

Por Bernardita Yuraszeck, presidenta del directorio de Fundación Impulso Docente

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