
Columna de Nicolás Ossandón: La maldición de la grandeza

Cómo alguna vez escribió Giambattista Vico, la historia no es lineal, sino que es un conjunto de ciclos que se repiten. Eso es lo que ocurrió con la propuesta de Conadecus al TDLC para proponer al ejecutivo un proyecto de “Ley de Reducción de la Concentración Económica Agregada”, para limitar el poder de mercado de grupos empresariales significativos. La propuesta señala que en Chile existiría una concentración económica excesiva, en el que un pequeño número de grupos empresariales controlan gran parte de los activos financieros y no financieros de la economía, lo que afectaría significativamente la competencia y el bienestar, aumentando la coordinación oligopólica y las barreras a la entrada, entre otras consecuencias, como el supuesto menor acceso al mercado financiero.
¿Las soluciones? reducir las estructuras piramidales de “grupos empresariales significativos” a dos capas; prohibir que accionistas mayoritarios de una empresa de tamaño relevante sean titulares de una “entidad financiera importante”; la obligación del Estado de considerar los niveles de concentración económica y dominancia de grupos empresariales, al asignar concesiones y derechos en cierto sector; y, crear un Registro Público de Concentración de grupos empresariales significativos, entidades financieras importantes y empresas de tamaño relevante en la actividad económica de cada sector real.
Lo que vive Chile no es nuevo. En 1934, Louis Brandeis se refirió a la “maldición de la grandeza”, para describir el riesgo de la excesiva concentración económica de las industrias críticas de Estados Unidos (hierro, petróleo, ferrocarriles, etc.) para la democracia, la igualdad económica y el bienestar ciudadano. Brandeis defendió que la libre competencia era un control al poder privado y reflejo de la decisión de optar por economías competitivas y no monopólicas. Así, se debía mirar con recelo a las grandes empresas, promoviendo nuevos competidores.
Posteriormente, las Escuelas de Harvard y Chicago se apartan de las ideas de Brandeis, defendiendo que la libre competencia promovía el bienestar del consumidor y la eficiencia económica, entre otros. Asimismo, abandonaron la idea de que los monopolios eran, de suyo, anticompetitivos: podían ser fruto del proceso competitivo en la que las rentas monopólicas eran un premio al monopolista.
Recientemente, las ideas de Brandeis revivieron gracias a los “neobrandesianos”, que han apuntado a las estructuras cuasi-monopólicas de empresas con grandes concentraciones económicas, como Google y Amazon, las que habrían surgido de una excesiva relajación de las leyes de competencia, y que con su poderío pueden influir en la democracia.
La solicitud de Conadecus es la entrada a un nuevo ciclo: Chile debe tomar una postura respecto de los objetivos de la libre competencia, de la misma forma que tuvo que hacerlo Estados Unidos hace más de medio siglo.
Habrá que decidir si ser grande es una maldición. Esperamos estar a la altura del desafío de este nuevo ciclo.
Nicolás Ossandón, investigador - CLAPES UC.
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