Columna de Óscar Guillermo Garretón: No es fácil

28DE MARZO DE 2023/QUILPUE En la Iglesia Asamblea De Dios se realiza el funeral de la Sargento Segundo de Carabineros Rita Olivares FOTO: MANUEL LEMA OLGUIN/AGENCIAUNO


No es fácil. Mucha gente no le cree. En cambio, no sé bien por qué, yo le creo. Creo que está profundamente arrepentido de lo que contribuyó a desencadenar. Llegó casi a decirlo, esta semana, entrando a La Moneda. Pero, en ese momento, titubeó. Lo entiendo, era demasiado duro. Parte de los suyos, esos que se resisten a despertar de sueños sin sustento, no lo perdonarían. Se sentirían huérfanos. A ellos tampoco les es fácil ver a su líder caminar hacia lo que ahora cree es el camino a un mejor futuro para su pueblo. Él puede aún titubear, pero lo dicen por él Tohá, Marcel, Van Klaveren, partidos del socialismo democrático. Más importante, lo quiere la mayoría de Chile.

Sí, muchos no le creen. Recuerdan la barbarie que se desató, lo que entonces dijeron, las violencias que aplaudieron y legitimaron. Constatan que fue extendiéndose la inseguridad en todo Chile y por eso, es en todo Chile, no solo en Quilpué, que se llora la muerte de una carabinera.

Sé que no es fácil. No es fácil decir, soy culpable, ya no de haber tomado alguna mala decisión de la que me disculpo, sino de haber hecho un daño brutal a mi país, a los más vulnerables y desamparados, que hoy lo están sufriendo. No sirve de consuelo decir que fue en compañía de otros, porque no era ni es cualquiera entre esos otros.

Quizás lo ayude decirle que eso lo he vivido. Creo que quienes fuimos derrotados y después víctimas, no fuimos inocentes de esa violencia cuyo desenlace de hace 50 años, en éste estamos recordando. Por cierto, ayuda que haya otros tanto o más culpables. Hubo actores internacionales y nacionales que dedicaron sus energías, recursos y dineros, a desestabilizar, desabastecer, sembrar miedos y odios, conspirar para luego derrocar y matar. Quizás eso ha servido de excusa a algunos para negar toda culpa.

Es valioso pasar por el desgarro de reconocer las culpabilidades. Nos hace capaces de rectificar. Nos permitió construir un país mucho mejor que el de ese entonces. Provocamos cambios buenos tan duraderos, que la propia ciudadanía, en cuanto tomó conciencia, frenó en seco a quienes tildaban de “neoliberalismo” y “continuismo dictatorial” esa obra; y así, el 4 de setiembre de 2022, rechazaron destrozar lo vivido y votaron por la esperanza de mejorarlo. Se alzaron a defender esos cambios duraderos que se pretendían desconocer, cuando no, abolir.

No es fácil, pero no tiene opción. Lo único que puede convencer a incrédulos, es demostrar que cambió. Utilizar sin ambigüedades la violencia legítima del Estado en la medida necesaria, no un poquito, para derrotar esa violencia inédita que contribuyó a desatar. Quienes boicotean su propósito, son los que se resisten a escuchar y acoger el clamor ciudadano de restablecer el orden y la paz. Para hacerse creíble, a esos recalcitrantes, o los convence o rompe con ellos.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

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