Columna de Pablo Allard: Ciudades a la deriva



La ciudad no es tema para el gobierno. A la total desidia para recuperar espacios urbanos vandalizados y entregados a grupos antisistémicos, con autoridades que en el fulgor del estallido celebraron la violencia contra bienes públicos y privados, se suma ahora algo más profundo: la falta de una visión, relato y agenda urbana. Obras son amores. Si Lagos propuso las grandes infraestructuras del bicentenario, Piñera los parques urbanos, Bachelet los estadios y hospitales, Boric no ha ofrecido nada a nuestras ciudades. Esta dejación queda reflejada en la indiferencia que el Presidente y su ministro de Vivienda han mostrado hacia una institución del Estado como es el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), que inexplicablemente se encuentra descabezado y sin sesionar desde marzo.

Chile ha tenido políticas sectoriales claras y continuas, modificadas y perfeccionadas en el tiempo, como ocurre con la política habitacional. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de la política urbana. Redactada en dictadura, fue dejada de lado al retornar la democracia. Sin una carta de navegación, lineamientos ni prioridades respecto a cómo y dónde debían crecer nuestras ciudades, la política habitacional siguió su curso, construyendo miles de “soluciones habitacionales” en periferias, sin equipamiento, comercio y servicios, acrecentando la segregación y exclusión socioespacial.

Luego de varios intentos, en 2013, el Presidente Piñera promulga una nueva Política Nacional Urbana, redactada por una comisión de organismos sociales, empresariales, gremiales y académicos tan transversal que, en un gesto republicano, la Presidenta Bachelet hizo suya, instalando el CNDU como el encargado de aconsejar a la Presidencia de la República en materia de vivienda, desarrollo urbano, transporte y obras públicas.

Desde su creación, el CNDU ha realizado valiosas propuestas para encontrar la densificación equilibrada de nuestras ciudades, iluminó la discusión de las leyes de integración urbana y aportes al espacio público, y redactó una serie de lineamientos para enfrentar la pandemia y cambio climático. También implementó los consejos regionales y, junto al INE, elaboró el sistema de indicadores y estándares de desarrollo urbano, para medir, monitorear y evaluar los avances de nuestras ciudades en términos de la calidad de vida y desarrollo urbano.

Pese a todos estos aportes, varios consejeros y exconsejeros hemos escrito y solicitado a La Moneda y Minvu la reactivación del CNDU, o al menos un pronunciamiento. Lo único que hemos recibido son críticas y rumores, como que se pretende subordinar el CNDU a un comité de ministros, perdiendo su independencia y transversalidad. Valoramos que el Presidente haya comprometido un plan de emergencia habitacional de 260 mil viviendas, pero si volvemos a postergar la dimensión urbana, corremos el riesgo de repetir los errores del pasado, seguir acumulando casas sin ciudad y perdernos nuevamente a la deriva.

Por Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura, U. del Desarrollo

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