
Columna de Pablo Mira: La Constitución social

Educación pública, gratuita y de calidad. No+SENAME. No+AFP. No+Abusos. Estallido Social. Todas son banderas que, con mayor o menor razón, han coloreado calles de los últimos 15 años. A estos gritos se suman muchos otros, más hondos y sentidos, que llenan los corazones de miles de chilenos silenciosos que esperan años por una operación, que ven con distancia el sueño de la casa propia y se llenan de indignación cuando sus hijos, por paros y carencias educativas, son cooptados por la calle. Estas demandas nos recuerdan que nuestro país tiene una cuenta pendiente; la “cuestión social chilena” no está resuelta.
Hay que reconocerlo: una Constitución no está llamada a resolver estas carencias, reemplazando el rol del crecimiento o la política social. Sin embargo, tampoco es concebible que en un país como el nuestro -con 16.9% de pobreza multidimensional, 1.089.000 de déficit habitacional y clases medias cada vez más precarizadas- se tire la pelota para el córner. La Constitución debe ser el pilar de una sociedad más justa y solidaria. La buena noticia es que, como pocas veces, tenemos una propuesta que sí lo hace.
El texto propone una Constitución Social. Lejos de abstracciones ideologizadas de “todo-Estado” o “todo-Mercado” la propuesta incluye un equilibrio razonable y flexible entre un Estado maduro que sabe ser solidario y subsidiario, estableciendo desde el primer artículo su deber de promover “condiciones de justicia y solidaridad”; fuerte cuando se necesita, pero estrictamente respetuoso de las libertades y derechos; que protege la iniciativa privada, promoviendo el emprendimiento y la libre elección, a la vez que asume el rol de garante de quienes más lo necesitan; que tiene deberes claros y exigentes en educación, salud, vivienda, acceso al agua y pensiones, pero siempre sujeto a la responsabilidad fiscal.
Este “Estado Social a la chilena”, incorporado en las 12 Bases y transversal a la propuesta, cristaliza una de las mejores lecciones de nuestra historia político-social; que lo público y lo privado no son antagonistas, sino co-constructores de una sociedad mejor. Nuevamente, alejadas de las rencillas academicistas, la solidaridad y la subsidiariedad se dan la mano, aceptando juntas el desafío de trabajar eficientemente en lo único que importa: darle a nuestras familias e hijos el país que se merecen.
Por Pablo Mira, director de Desarrollo IdeaPaís
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE