Columna de Pamela Figueroa: La centrozquiera en la encrucijada

AGENCIAUNO


Por primera vez desde el retorno a la democracia, la centroizquierda no tendrá candidatura presidencial propia en la segunda vuelta electoral. Los resultados de este 21 de noviembre de 2021 dieron por ganadores a José Antonio Kast, representante del partido Republicano (de extrema derecha) con el 28% de los votos, y a Gabriel Boric, representante de Convergencia Social (izquierda) con el 25,6%. Yasna Provoste, candidata de Nuevo Pacto Social (representante de la centro izquierda), logró un magro 11,7% ubicándose en un quinto lugar de los siete candidatos en competencia. Este hecho marca un hito en la historia política reciente.

La transición a la democracia en Chile se construyó a partir de la unidad de las fuerzas políticas de centro izquierda como no se había conocido con anterioridad. La Concertación de Partidos por la Democracia tuvo la capacidad de generar una coalición política que ofreció gobernabilidad, y políticas sociales que abordaron la pobreza y el desarrollo de manera gradual. Los gobiernos de Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet construyeron mayorías políticas que concitaron el apoyo de la ciudadanía.

En 2013, y luego del primer gobierno de derecha desde la transición (Sebastián Piñera 2010-2014), Michelle Bachelet apeló al voto ciudadano con una coalición política aún más amplia, que incluía al partido comunista: la Nueva Mayoría. Esta alianza permitió avanzar en un gobierno de reformas en educación, impuestos y el inicio de un proceso constituyente abierto a la ciudadanía.

Con todo, desde la década de 2010, una crisis de legitimidad y confianza afectó al sistema de partidos y a las instituciones políticas en general. Esta crisis de legitimidad se reflejó en el aumento del abstencionismo electoral, y en una creciente distancia entre los partidos políticos y la ciudadanía. Hechos de corrupción y falta de probidad ahondaron aun más esta distancia. La respuesta institucional fue una reforma política impulsada por la presidenta Bachelet entre 2014 y 2016, que abordó el sistema electoral, el financiamiento de la política, el sistema de partidos, entre otras materias. En las elecciones de 2017, las primeras con el nuevo diseño institucional, triunfó Sebastián Piñera, frente a una centroizquierda fragmentada en diversas candidaturas presidenciales.

Las elecciones parlamentarias de 2017, las primeras con un sistema electoral proporcional, diversificaron la representación de partidos, y el Frente Amplio, junto con obtener un 20% de los votos en la elección presidencial, logró una representación en el Congreso que le abrió un camino de crecimiento político y de representación que lo posicionó como una fuerza competitiva frente a la tradicional centroizquierda. El partido comunista junto al Frente Amplio es parte de Apruebo Dignidad en este nuevo período.

El ciclo político postestallido social de 2019 ha sido de los más complejos para la centro-izquierda. Su representación en la Convención Constitucional disminuyó considerablemente con respecto al Congreso, y tensionó la antigua alianza DC-PS y sus aliados del PPD y PR. Es así, que el escenario electoral que hoy vemos pone en una encrucijada a la tradicional centroizquierda: como reconstruir un espacio político que han ido perdiendo por la falta de unidad y de conexión con la ciudadanía, con un proyecto político progresista que haga sentido en medio de la polarización. Los resultados en las elecciones parlamentarias de 2021 les da un espacio desde donde construir. Ahora es el momento de tomar decisiones que marcarán su lugar en el nuevo ciclo político de Chile. La segunda vuelta presidencial del 19 de diciembre de 2021 será la primera prueba.

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