Opinión

Columna de Rafael Gumucio: En broma y en serio

El humor es una forma superior de la crítica. Logra en pocas palabras, o imágenes o la mezcla de las dos, decir lo que muchos piensan sin atreverse a decirlo. También logra mostrar lo que muchos sienten también en silencio. Convierte muchas veces la agresión, propia del roce de distintas opiniones, géneros, religiones u orígenes, en una experiencia placentera (para el que tenga la inteligencia de comprenderlo), que lima las asperezas antes que la sangre llegue al río.

En chiste se puede procesar de modo gracioso y liviano la indignación que puede llegar a producir que oficiales del Ejército, y de la Fuerza Aérea y Carabineros, se lleven para la casa millones de pesos públicos sin dar más que explicaciones ambiguas. En chiste se pueden también procesar las heridas aún abiertas de las décadas en que las Fuerzas Armadas usaron corvos, fusiles y todo tipo de instrumentos de torturas para no oír ni ver lo que no querían ver ni oír.

Ante ese prontuario, quizás en vez de quejarse, el Ejército y las otras ramas de las FF.AA. deberían agradecer que se prefiera hablar de ella en chiste y no en serio. Querer convertir la tragedia en comedia debería ser algo que las Fuerzas Armadas deberían agradecer en vez de perseguir.

La riqueza y diversidad de la información que entrega una buena parodia es demasiado valiosa para que ninguna persona o institución pública pueda prescindir de ella. Más aún, las instituciones de un Estado democrático, y más aún las instituciones armadas que se suponen ostentan el monopolio de las armas justo para proteger la libertad de los ciudadanos para decir lo que piensan. Después de todo, esas armas y uniformes las compran con nuestros impuestos bajo la promesa de sujetarse siempre a la voluntad de los ciudadanos.

No sé si les enseñaron en los cuarteles a estos militares que donde manda capitán no manda marinero. O que cuando habla el jefe los subordinados deben callar. Quizás es tiempo que alguien, que por cierto no ha sido este ausente gobierno, les recuerde que los ciudadanos, los que los respetan y los que no, los que se ríen y los que no entienden los chistes, son la autoridad suprema, ante quienes no les cabe otra posibilidad que obedecer y callar como cualquier recluta debe callar y obedecer a las ordenes de sus oficiales. Militares que no entienden de jerarquía, ni de disciplina, no cumplen ni siquiera con los estándares mínimos de su profesión. Quizás deberían pensar en dedicarse a otra cosa. Les propongo que intenten la crítica de televisión.

* Rafael Gumucio es director del Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP.

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