Por Arturo CifuentesCreatividad: conceptuales y experimentalistas

Creatividad e innovación, dos ideas fáciles de entender pero difíciles de precisar, han fascinado a académicos, periodistas, charlatanes y filósofos desde siempre. Sin embargo, estudios rigurosos sobre estos temas no existen: la mayoría se apoyan en opiniones sin sustento empírico, o evidencia de tipo anecdótico. Hasta que apareció David Galenson.
Galenson, un economista de Chicago, acaba de publicar un libro extraordinariamente original sobre la creatividad: Innovators. Galenson estudió la trayectoria de distintos creadores (artistas, escritores, científicos, músicos) en forma sistemática y cuantitativa, lo que le permitió identificar claramente dos tipos de innovadores: los conceptuales y los experimentalistas.
Los conceptuales hacen sus contribuciones de jóvenes; estas tienen un carácter rupturista y marcan un quiebre violento con el pasado. Los experimentalistas, por el contrario, dedican su vida a perfeccionar la misma idea. Sus mejores creaciones ocurren al final de sus días, cuando el proceso creativo converge al ideal deseado.
Picasso es el ejemplo más claro de un artista conceptual. Les Demoiselles d’Avignon —que pintó a los veinticinco años— es considerada una obra revolucionaria (en términos de ejecución y composición). Es la obra que marcó el inicio de la pintura moderna. Cézanne es el típico experimentalista: pasó su vida entera mejorando el tratamiento de los mismos temas, desde la fuente con duraznos hasta el monte Sainte-Victoire. Esto le permitió probar el efecto de distintos puntos de vista al mismo tiempo, y ensayar cómo representar volúmenes con cambios bruscos de color en vez de luces y sombras.
¿En qué se basó Galenson para hacer estas afirmaciones? Muy simple: en evidencia empírica sólida. Los precios del Picasso joven superan con creces los del Picasso maduro. Lo inverso sucede con Cézanne. Y las pinturas reproducidas en libros de arte muestran el mismo patrón: las del Picasso joven aparecen con una frecuencia mucho más alta que las del Picasso mayor. En el caso de Cézanne, es al revés.
De una forma similar —es decir, examinando antologías, opiniones de críticos, premios y reconocimientos, referencias bibliográficas, revistas científicas— Galenson logró identificar y clasificar a numerosos otros creadores. Por ejemplo, conceptuales: Einstein, Melville, y T.S. Elliot; experimentalistas: Mark Twain, Robert Frost y Frank Gehry.
El estudio de Galenson tiene dos méritos importantes: está basado en evidencia empírica y destrona el mito de que la creatividad es solo la provincia de los jóvenes. Esta última observación es reconfortante. Como todavía no he inventado ni creado nada que valga la pena, siempre puedo decir que soy un experimentalista. Es decir, que llevo años trabajando en un concepto original, y que si bien he progresado mucho, todavía no estoy listo para hacerlo público.
*El autor de la columna es investigador principal de Clapes UC
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