El incuestionable rol de la mujer en política

Por Francisca Rengifo, académica Escuela de Gobierno UAI
Cuestionar el voto femenino, su ejercicio o la opción política que exprese, es repugnante; pero la polémica que han provocado los dichos de J. Kaiser nos muestra, una vez más, la brecha existente entre un discurso de género igualitario, políticamente correcto, y el valor que efectivamente otorgamos al rol de las mujeres en la política.
Las chilenas lucharon por entrar en la escena política: obtuvieron el voto para las elecciones municipales de 1935 y luego para las presidenciales en 1952; sus organizaciones trabajaron por el reconocimiento amplio de sus derechos civiles y sociales; los partidos políticos las incorporaron creando secciones femeninas; ellas fundaron sus propios partidos y establecieron redes internacionales con organizaciones feministas; el fuerte protagonismo de masas que adquirieron en las décadas de los 60 y 70 se vincula con la institucionalidad estatal que se desarrolló a partir de la Oficina Nacional de la Mujer (1969) renombrada Secretaría Nacional de la Mujer (1972) y actual Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género (2015). Durante la Unidad Popular tuvo una gran, aunque poco advertida, importancia política la organización antiallendista Poder Femenino; durante la dictadura, la Unión de Mujeres (1976) luchó por los derechos humanos.
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En todos estos años, se abrieron espacios de estudio liderados por mujeres que revitalizaron temas de justicia e igualdad de género sustantivos para la reconstrucción de la democracia, el reconocimiento del trabajo reproductivo, el divorcio, el aborto, las políticas anticonceptivas, e instalaron temas vanguardistas como el abuso sexual, la violación en el matrimonio, la autonomía de la mujer sobre su cuerpo.
Esta sintética crónica abre la pregunta cuándo, por qué y cómo los gobiernos chilenos han promovido los derechos de las mujeres y la justicia de género. Ciertos contextos políticos hacen controvertidas unas iniciativas de derechos de las mujeres, mientras que otras no lo son, o no en el mismo grado, ni de la misma manera. Cabe preguntarse también por el grado de sintonía entre las aspiraciones de derechos de las mujeres y las conveniencias masculinas. Porque los diversos temas que contiene el concepto de política de género se han enmarcado dentro de discursos ideológicos y doctrinarios sobre la posición de la mujer en la sociedad, a la vez que desafían patrones culturales existentes reacios al cambio. Las mujeres han ocupado una posición subalterna a la política; como si tuvieran que compartir entre sí las cuestiones de su género presionadas, “naturalmente”, por conciliar el hogar y la política.
La perspectiva histórica nos muestra, precisamente, que no es posible disociar reformas en materias de igualdad de derechos y de justicia de género del rol de las mujeres en la política.
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