Por Valeria Palanza, Stefano Palestini y Julieta Suárez-Cao, Ciencia Política UC

La segunda vuelta se ha enmarcado como una elección entre extremos. ¿Es esto así? La idea de “extremos” connota una manera geométrica de entender el espectro ideológico. Así, las posiciones políticas se ordenarían de extrema izquierda a extrema derecha. Planteado de ese modo, en nuestro país es fácil encontrar posiciones que estén a la izquierda de Apruebo Dignidad y Boric (por ejemplo, las representadas por Eduardo Artés), pero es muy difícil encontrar posiciones que estén a la derecha de Kast y el Frente Social Cristiano.

Esta asimetría entre el extremismo de Kast y el no-extremismo de Boric se hace más evidente cuando se conciben sus posiciones en relación a un parámetro. La democracia liberal se ha convertido en el parámetro a través del cual la Ciencia Política compara las democracias en el mundo. Desde esta perspectiva, la pregunta es cuál de ambas posiciones amenaza la democracia liberal, es decir aquella que pone al centro el estado de derecho, la garantía de derechos y libertades, y promueve la tolerancia y el pluralismo.

Al observar el programa de Boric, no se encuentra nada que contravenga los principios de una democracia liberal.

El programa de Apruebo Dignidad es evidentemente social-demócrata. Sus ejes son la universalización de derechos (condición básica para un sistema de bienestar) y un modelo de desarrollo basado en la coordinación público-privada. El carácter socialdemócrata de Boric no difiere al de los programas del Frente Amplio uruguayo o a los partidos socialdemócratas en los países nórdicos, y complementa -no amenaza- a las instituciones de una democracia liberal.

Por otro lado, el programa del Frente Social Cristiano combina una concepción ultraconservadora de la libertad individual y de los mercados, con una indiferencia por los derechos humanos fundamentales. Esto último se observa en el bajo compromiso con los derechos de las mujeres, en las políticas de securitización en la Araucanía y la frontera norte, y en la discriminación entre familias según su composición. Además, Kast sigue el libreto antiglobalista y antimultilateralista típico de gobiernos populistas radicales.

Un régimen ultraconservador como el que nos promete Kast puede derivar fácilmente en el autoritarismo, pues va a anteponer la protección del orden (entendido como status quo) por sobre el respeto de los derechos de minorías, así como de adversarios políticos, los que fácilmente pueden ser catalogados como “amenazas al orden” o “enemigos internos”. Es importante recordar que en el siglo XXI las democracias suelen morir en manos de dirigentes que habiendo llegado al gobierno por la vía de las urnas, terminan ejerciendo el poder de manera autoritaria.

En la segunda vuelta, la elección es entre socialdemocracia o extrema derecha. No hay dos extremos, solo uno.