Justicia Restaurativa: una oportunidad para las víctimas de delito

victima


Pareciera que las victimas siempre pierden.  Han vivido una situación de violencia, de humillación, de desagravio. Además, los actores del sistema judicial las estigmatizan, las culpan, o en el mejor de los casos, las ignora.

Cuando son citados a declarar, se les pregunta hechos concretos: "¿Estuvo o no estuvo?", "¿Lo vio o no lo vio?", "¿Está segura?". Poco importan sus experiencias, sus impresiones, poco importa lo que ha significado esa situación en su vida, las veces que no ha vuelto a dormir, la sensación de angustia e inseguridad que tiene cuando sale a trabajar.

La victima tampoco puede cometer el error de comentar su propio sentido de culpa ¿qué persona asaltada no ha sentido culpa? Qué persona asaltada no se ha preguntado: "¿Por qué tuve que ir ese día?", "¿Por qué no reaccioné de otra manera?" A ojos de un proceso judicial, cualquier indicio de sentimiento de culpa no es más que una prueba de provocación hacia quien cometió el delito.

¿Qué pasaría si existe un proceso donde la víctima es recibida, no en una sala de audiencia u oficina de un fiscal, sino en una oficina de servicio público? Una sala cómoda, sin escritorio pero con un sofá, donde puede tener una conversación confidencial. ¿Cómo sería si la recibe un profesional, un facilitador, que le permite expresarse, manifestar las consecuencias que ha tenido el delito y describir las propias necesidades que esto le ha generado?

Muchas víctimas tienen preguntas que el sistema judicial no puede responder: "¿por qué a mí?", "¿Qué hice yo?", ¿será que lo provoqué?". También, muchas desearían que el ofensor pudiera darse cuenta el daño que ha causado o, al revés, demostrarle a su agresor que, a pesar de todo, ella no se ha dejado vencer y ha continuado con su vida. Entonces, ¿Qué pasaría si además ese facilitador le plantea, si ella lo desea, la posibilidad de comunicarse con su ofensor de forma directa (a través de una reunión) o indirectamente (a través de mensajes, cartas o videos) con el fin de expresarle cómo se ha sentido?, ¿Cuál ha sido el impacto que esto ha tenido en su vida y, además, si ella está de acuerdo, hacerle todas las preguntas que tiene en su cabeza y que nadie le podrá responder?

Pongámonos en el caso de que ese ofensor es un adolescente, tal vez primerizo, quizás recién comenzando un camino delictual, y acepta voluntariamente comunicarse con quien violentó. ¿Qué pasaría si este infractor es, con la ayuda de este facilitador o mediador, confrontado con las consecuencias de lo que ha hecho, comprende la experiencia de la víctima y en consecuencia propone y ejecuta acciones de reparación hacia ella?

¿Qué pasaría si además ese proceso promoviera un círculo virtuoso de reintegración y des estigmatización? ¿Y si la victima después de ese encuentro, se siente satisfecha, con la sensación de haber cerrado el ciclo, de que se ha hecho justicia?

Chile está ad portas de incorporar este proceso practicado en muchos países e incluso en la región latinoamericana, llamado justicia restaurativa, a través de un Proyecto de Ley que crea el Nuevo Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil y que introduce modificaciones a la ley N° 20.084. Prontamente tendremos la oportunidad de incorporarlo por primera vez como un mecanismo de alternatividad en el proceso de responsabilidad penal juvenil, y así darle el respaldo legal al primer mecanismo que permite la participación de la víctima en el manejo y toma de decisiones en relación a su caso, y no es ciencia ficción.

Tanto por la vasta y positiva experiencia a nivel internacional, como también por dos experiencias piloto en Santiago y Valparaíso, se ha demostrado que la mediación penal restaurativa funciona en nuestro país, y que hay víctimas y jóvenes dispuestos a participar. Si nuestros políticos aprueban este mecanismo y lo implementamos bien, valorando calidad por sobre la cantidad, las víctimas por primera vez ganarán. No sólo aquellas que aceptarán hacerlo, también aquellas que opten por no hacerlo, por que estarán optando por el mecanismo judicial que prefieren.

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