La necesidad de una respuesta global

A paramedic of the Magen David Adom (Israel's national emergency service) seals a COVID-19 coronavirus disease screening test kit during a response training exercise in the central Israeli city of Kiryat Ono on February 26, 2020. (Photo by JACK GUEZ / AFP)


La crisis sanitaria y económica desatada por la pandemia del coronavirus encuentra al mundo en un escenario muy distinto al de los anteriores desafíos que enfrentó el planeta en los últimos 20 años. Pese a que como señaló el viernes la directora gerente del FMI el mundo está “entrando en una recesión” que será peor que la debacle financiera de 2008, no se ha visto una respuesta global como la que sí existió entonces, cuando se impulsó la creación del G 20 como una instancia más amplia para debatir entre las principales economías del planeta el mejor camino para salir de la crisis.

La actual emergencia encontró al mundo en un momento muy distinto al de hace 12 años, con una creciente tendencia al proteccionismo, un florecimiento de los movimientos nacionalistas en distintas partes del mundo, y una reciente guerra comercial entre las dos principales potencias económicas del planeta que recién comenzaba a aliviarse cuando estalló la pandemia. Esta, además, ha tensionado aún más las relaciones entre Beijing y Washington luego de que el presidente de EE.UU. hablara del “virus chino” para describir al coronavirus y las autoridades del gigante asiático acusaran de racismo al mandatario.

Las razones de la falta de una clara respuesta global frente a la crisis se explican en parte por la naturaleza propia de la amenaza. La propagación del virus ha dejado en evidencia la vulnerabilidad a la que se enfrenta el planeta a causa de la creciente globalización. El flujo de personas y de bienes parece ayudar a acelerar los contagios de un continente a otro. Por ello, la reacción ha sido precisamente el cierre de fronteras, el aislamiento y el aumento de las barreras proteccionistas, con los consecuentes efectos devastadores para la economía. Los países han vuelto a replantearse la necesidad de contar con producción local a la luz de la fragilidad de las cadenas de suministro cuando se produce una emergencia como la actual. Ello, sumado a la tendencia natural de las naciones a volcarse hacia el interior en escenarios de incertidumbre y amenaza externa, agravan el clima de fragmentación del planeta. Como escribió el periódico británico Financial Times, la crisis parece estar marcando el regreso de los estados nacionales en contraste con el mundo “sin fronteras” que se fue consolidando tras la caída de la Unión Soviética a principios de los 90.

Hasta ahora se han visto reacciones individuales, carentes de coordinación internacional -algo que reclamó el jueves pasado el director de la OMS- causadas muchas veces por la urgencia propia que genera la propagación del virus en cada país. La crisis, qué duda cabe, ahondará los cuestionamientos a la globalización que venían en alza en el último tiempo y que explican triunfos como el de Donald Trump en EE.UU. y el Brexit en Reino Unido. Sin embargo, pese a que ese parece ser un producto inevitable de la actual situación, como comentó a este diario el analista internacional Moisés Naím, es finalmente el camino de la cooperación, el intercambio de información y el apoyo económico el único que ayudará efectivamente al planeta a superar los devastadores efectos que dejará la actual pandemia.

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