Por Pablo AllardLarga vida al Minvu

Hoy se conmemoran 60 años de la creación del Ministerio de Vivienda y Urbanismo Minvu, cuando en 1965, bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva, que se integran las distintas corporaciones existentes (Corvi, Corhabit, Cormu y la COU), con el objetivo de coordinar las políticas urbanas y habitacionales. Gracias a ello, en estos 60 años más de 4 millones de familias han accedido a la ayuda del estado para ser propietarias de una vivienda digna, arrendar o mejorar sus hogares.
Mientras celebramos este logro, no podemos desconocer que hoy vivimos una crisis, con un déficit de más de 660 mil viviendas y cerca de 120 mil familias viviendo en campamentos. Sin embargo, lo que nos diferencia de países como Brasil, Colombia o México -que ya se rindieron ante los campamentos informales-, es que Chile tiene la capacidad para, con buena gestión, enfrentarlo. El año 2010, y en plena reconstrucción posterremoto, los mismos funcionarios y equipos del Minvu lograron entregar 92.096 viviendas nuevas y 69.330 ampliaciones o mejoramientos. Si bien fue hace 15 años y el costo por vivienda ha aumentado 6 veces por nuevos estándares y regulaciones, si recuperamos ese ritmo, Chile podría garantizar el acceso universal a la vivienda en menos de una década, haciendo que la fila avance, que nadie se la salte o espere por décadas una solución habitacional.
Pero la ciudad no se construye solo con acumulación de casas: La mayoría de los chilenos ya no luchan por techo y abrigo; las demandas sociales hoy vienen por el lado de la calidad de vida y la vulnerabilidad, seguridad ciudadana, social, y mejor acceso a oportunidades. En este escenario, el espacio público se vuelve la plataforma esencial para la cohesión social, la seguridad y la resiliencia urbana. Es el lugar donde nos encontramos con el otro, donde se juega la infancia, y la esfera donde todos podemos ser vistos y oídos como pares, como ciudadanos, pese a nuestras diferencias y orígenes.
El último censo nos indica que la ciudad de los nuevos chilenos está cada vez más envejecida, más solitaria, más diversa y más fragmentada. El 21% de los hogares unipersonales, baja natalidad y alta esperanza de vida exigen espacios públicos seguros, accesibles y diseñados para todas las edades. Y, sobre todo, para los niños. Porque cuando faltan plazas y juegos, la infancia se refugia en las pantallas y perdemos la oportunidad de formar ciudadanos activos y saludables.
No basta con recursos: se requiere visión y voluntad política para pasar de obras civiles a obras cívicas. Necesitamos espacios públicos que no solo sean bellos, sino que promuevan seguridad, identidad barrial y participación comunitaria. Que sean resilientes frente a desastres, circulares en su gestión, manejo de recursos, y sostenibles en el tiempo.
En definitiva, si queremos ciudades más justas y habitables, debemos pasar pronto del “Ministerio de Vivienda y Urbanismo” a un “Ministerio de Ciudad, Vivienda y Territorio.” Porque la vivienda saca a las familias de la pobreza y la informalidad, pero es el espacio público el que las saca del aislamiento y nos integra en comunidad. Completar la ciudad podría ser la misión del Minvu para los próximos 60 años.
Por Pablo Allard, decano Facultad Arquitectura UDD.
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