Opinión

Los lunes posibles de la elección

Los lunes posibles de la elección Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

El lunes vendrá el análisis, y con él, la certeza retroactiva. Los aciertos y errores se verán tan evidentes que nadie recordará lo incierto que era todo antes. Pero aún estamos aquí, en la víspera de una decisión que, por más que se estudie, siempre depende de ese factor indomesticable que es la conducta humana. Por lo mismo, en vez de predecir, solo podemos ensayar qué se dirá tras conocer el resultado de cada candidato.

El caso de Jara se leerá en clave de magnitud, no de clasificación, porque lo más probable es que llegue al balotaje. Visto así, si no cruza el umbral del 30%, se dirá que su campaña nunca despegó más allá del electorado fiel al gobierno y que el propio Presidente le restó oxígeno al disputarle el protagonismo. Que su piso quedó demasiado cerca de su techo y que la jerarquía oficialista ariscará la nariz de cara a la segunda vuelta. Pero si roza o supera el 35%, se convertirá en una sorpresa e instalará su nombre como el de una candidata competitiva para el balotaje, a la que se plegará todo el establishment oficialista. Y cuanto más alto llegue, más frío recorrerá la espalda de una derecha que lamentará no haber hecho primarias.

Si Kast no pasa a segunda vuelta, se dirá que equivocó el camino. Que no entendió la primera vuelta como la primaria de la derecha. Que se vio demasiado pronto en el balotaje y no olió la arremetida de un Kaiser reactivando la agenda valórica y el pinochetismo para hablarle a una base dura, irritada como nunca con la izquierda. Los analistas dirán que no leyó bien el clima de polarización y que, como antes Matthei, ahora le tocó a él perder el monopolio del enojo.

Pero si Kast pasa, se dirá que supo reinventarse. Que abandonó la trinchera identitaria para concentrarse en su “gobierno de emergencia”: seguridad, migración y economía. Que su tono e impronta de principal adversario del gobierno le permitieron capturar el ánimo de alternancia. Se señalará que fue estratégico, que no mordió el anzuelo del “triple empate” y que, pese a los golpes, abrazó a quienes necesitará en la segunda vuelta.

Si es Matthei quien queda fuera del balotaje, correrán ríos de tinta. Se dirá que su derrota se timbró hace tiempo con la apuesta previsional de Chile Vamos. Que renunció anticipadamente a la alcaldía, que no logró amarrar una primaria y que se extravió entre tonos y públicos. Que nunca definió si enfrentaba al gobierno o a sus pares de la derecha. Pero si logra pasar, se dirá que tenía razón: que la moderación y el tono propositivo eran el camino, y que las encuestas, una vez más, “no le apuntaron a nada”.

Y si es Kaiser quien termina dando la sorpresa, se hablará del país polarizado al que llegamos, del renacer del pinochetismo y de la llegada en forma de la nueva derecha global. Se dirá que su irrupción confirmó que el enojo radical, cuando encuentra relato, se vuelve opción.

En fin, queda poco. Alea jacta est, dijo Julio César antes de cruzar el Rubicón. Eso sí que fue cuando las encuestas —con o sin veda— no existían.

Por Cristián Valdivieso, director de Criteria

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