Opinión

Los ocho mirando al mundo

Una de las curiosidades del primer debate presidencial fueron las referencias a líderes mundiales hechas por los ocho candidatos, meras declaraciones de simpatía, lo que las hace más llamativas.

La curiosidad más curiosa del primer debate televisivo entre los ocho candidatos presidenciales no ha sido nada programático, sino sus respuestas acerca de sus referentes internacionales. Esto no dice mucho acerca de la política exterior que cada uno desarrollaría, porque, que se sepa, sólo Evelyn Matthei y José Antonio Kast tienen equipos profesionales trabajando en ese campo. Jeannette Jara tendría que abrir un debate entre sus 12 partidos, que tendría bajas probabilidades de consenso, especialmente ahora que el Partido Comunista ha regresado al proyecto de gobierno, como anunció en días previos el dirigente Juan Andrés Lagos.

Más en general y por ahora, las referencias entregadas por los candidatos no son más que declaraciones de simpatía. Eso también las hace más llamativas.

Jeannette Jara mencionó a Claudia Sheinbaum, la Presidenta de México, líder de Morena y sucesora de AMLO. Sheinbaum debe parte de su notoriedad al hecho de que es la única jefa de Estado latinoamericana a la que Donald Trump ha elogiado, tanto por su astucia como por su pragmatismo. En lugar de ir al choque contra Trump -como intentó hacer, con una infatuación sin gloria, Gustavo Petro-, Sheinbaum lo ha invitado a conversar sobre cada uno de los muchos temas espinosos que México tiene con Estados Unidos. Y cuando ha visto que hay poco espacio para el diálogo, simplemente ha accedido a los requerimientos de Trump, como ha sido con el refuerzo de la vigilancia de la frontera.

No es claro qué es lo que ha querido identificar Jara en Sheinbaum; quizás crea que le sirve para apalancar el tropo de la figura dialogante en que tanto ha insistido. También le es útil para evitar cualquier referencia a Maduro, Ortega o Díaz-Canel, fatales para su coalición, y a Lula y Petro, sobre los cuales hay también reticencia. Sheinbaum no cumple aún un año en la presidencia; su carga es todavía ligera.

La elección de Kast es más curiosa: Giorgia Meloni, la presidenta del consejo de ministros de Italia, que ha mostrado ser una de las figuras más inteligentes de la Unión Europea. Meloni creció en un barrio obrero de Roma y en la adolescencia se vinculó al Movimiento Social Italiano, un partido empeñado en mantener viva la cultura del fascismo mussoliniano. Con el tiempo, fue cambiando de partidos y perfeccionando su idea de una línea conservadora, tradicionalista y católica. En el 2022, con su partido Hermanos de Italia, ganó las elecciones, a pesar de los obstáculos que pusieron en su camino los entonces controladores de la política italiana: Silvio Berlusconi, Mario Draghi y Matteo Salvini.

Meloni ha apoyado a los grupos de la derecha dura europea, pero en su desempeño interno en Italia ha seguido una línea más moderada. Ha apoyado con decisión a Ucrania, a pesar de que antes de la invasión rusa promovía el diálogo con Putin. Se ha alejado del extremista primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y posiblemente tenga otro aliado en el nuevo Presidente de Polonia, Karol Nawrocki, también conservador y católico.

Meloni, que se esfuerza por minimizar el populismo de la extrema derecha mientras defiende sus principios nativistas y creyentes, podría ser la mejor muestra de lo que el analista Maciej Kisilowski ha denominado “extrema derecha light”.

Esto parece describir también el movimiento de Kast, que ha dejado a la otra derecha, la verdaderamente dura, en manos de Johannes Kaiser, mientras modera parcialmente su programa y (un poco menos) también su tono. La idea de un “gobierno de emergencia”, con metas precisas y no generales, cumple con ese propósito, difiere enteramente de lo que pretendía el 2021 y, de paso, cumple con la caracterización del gobierno de Boric como una catástrofe social.

La elección de Evelyn Matthei ha sido algo más enrevesada: Mark Carney, el primer ministro liberal de Canadá, que le arrebató las elecciones de marzo pasado al casi seguro ganador, el Partido Conservador, gracias al enjambre de amenazas que Trump había proferido contra su vecino del norte. Matthei apuntó precisamente a este hecho: su defensa de la soberanía canadiense, aunque tampoco está fuera de sus significados la vecindad con un populista agresivo, una analogía entre Trump y Kast que no podría ser explícita.

Lo que hace extraña la mención de Carney es que cuesta mucho imaginar que la agenda liberal canadiense pueda ser compatible con el mundo de Chile Vamos.

Las selecciones restantes tienen menos resonancias. Previsiblemente, Marco Enríquez-Ominami citó al Presidente brasileño, Lula. Lo único curioso de esto es que quien se le ha aproximado es Eduardo Artés, que en su tercera candidatura ha citado como referencia a los BRICS. A Artés lo ha de seducir el intento de los BRICS de erigirse como coalición contrahegemónica enfrentada con Estados Unidos, aun a costa de ignorar el hecho de que la integran una potencia imperialista (Rusia), un régimen nacionalista (India) y una teocracia (Irán). Pero en América Latina, el gran impulsor de los BRICS ha sido justamente Lula, aprovechando un espacio que le resulta más cómodo cuanto que no está México para disputar el liderazgo.

Franco Parisi prefirió no referirse a nadie, posiblemente porque cualquier nombre lo sacaría de la categoría de rareza que parece decidido a convertir en su emblema. Harold Mayne-Nicholls mencionó a Nelson Mandela, el líder negro que terminó con el dominio blanco en Sudáfrica, aunque murió el 2013. Y Johannes Kaiser, en una selección de inesperada sutileza, eligió a Henry Kissinger, polémico exsecretario de Estado de Estados Unidos y también uno de los más extraordinarios analistas de la historia moderna.

¿Alguna conclusión? No. Sería excesiva. La política exterior no está entre las prioridades de ninguno de los ocho. Y cuando eso sucede, por lo general esa política se termina definiendo por el contexto, por lo que pasa en el mundo, en el vecindario, entre los amigos o en el terreno más ancho de la casualidad.

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