Maniobras electorales frente al “séptimo retiro”
Constituye una de las peores prácticas parlamentarias que un grupo de legisladores busque hacer coincidir un nuevo retiro con las elecciones generales de 2025.
Los diputados patrocinantes de los proyectos de reforma constitucional para permitir un nuevo retiro desde las AFP -que popularmente ha sido conocido como “séptimo retiro”- han decidido retirar sus firmas, con lo cual la iniciativa -que refundía cuatro mociones- quedó archivada. El nuevo retiro venía con un informe negativo desde la Comisión de Constitución, que por amplia mayoría había rechazado la idea de legislar. Aunque en apariencia se trataría de una noticia favorable para el país, en realidad es simplemente una postergación táctica, pues sus impulsores pretender volver a la carga el próximo año, cuando habrá elecciones presidenciales y parlamentarias.
Ante la expectativa de que el proyecto fuese rechazado en sala -con lo cual sería necesario esperar nuevamente un año para volver a presentarlo-, y dados los intentos de distintas bancadas para tratar de dilatar lo más posible su votación en sala, de modo de buscar que un nuevo intento legislativo fuese posterior a los comicios de 2025, los impulsores de esta iniciativa se adelantaron y optaron por la fórmula de retirar sus firmas. De esa forma escabullen la limitación de tener que esperar un año para volver a la carga, y lo podrán hacer en el momento que estimen, presentando nuevas iniciativas. Uno de los diputados patrocinantes lo explicó así: “Retiramos la firma para que la discusión se dé en serio y se abra en el año 2025, año de elección parlamentaria, y ahí no se van a poder esconder y le van a tener que dar la cara a la ciudadanía los defensores de las AFP y los que han denostado los retiros previsionales”.
Se trata sin duda de una maniobra burda, que no pretende ocultar las verdaderas motivaciones que hay detrás de la estrategia de los retiros, donde bajo el pretexto de satisfacer una demanda ciudadanía lo que hay es un desembozado afán de granjearse votos y popularidad, sin tomar en consideración los perniciosos efectos que esto tiene para la economía y para el sistema previsional, como ya ha sido posible de constatar luego de los tres anteriores retiros.
Esta forma de extorsionar al Congreso, haciendo coincidir los retiros con las elecciones generales, es muestra de las peores prácticas parlamentarias que se puedan concebir, que dañan aún más la ya muy deteriorada imagen del Congreso, pues en la medida que se insista en actuar bajo la lógica de criterios cortoplacistas se va desnaturalizando el rol de la instancia legislativa, al pretender convertirla en mera caja de resonancia de pulsiones populistas antes que el lugar donde se debatan buenas leyes en favor del país.
El Ministerio de Hacienda, el Banco Central, la Superintendencia de Pensiones y un amplio arco de expertos han hecho ver insistentemente que con un nuevo retiro los que terminarán directamente perjudicados serán los propios ciudadanos a los que se busca beneficiar. Los anteriores rescates provocaron un fuerte incremento de la inflación, tasas de interés más altas y casi cuatro millones de afiliados agotaron sus fondos. Con semejante legado no debería haber espacio para seguir insistiendo en ello. En tal sentido, ha sido una buena señal que la mayoría de las fuerzas políticas optaran por frenar un nuevo retiro, ante lo que cabe esperar que en 2025 se mantenga este predicamento, porque de esa forma se enviaría una señal de que no todo vale en política y de que hay un compromiso con la estabilidad.