Opinión

Pablo Neruda: ¿Habrá alguien que escuche?

Esta columna fue escrita en el marco de un Especial 75 Aniversario de La Tercera, basado en una encuesta de Descifra que indagó sobre los personajes más relevantes desde 1970 para tres generaciones de chilenos.

Releo a Pablo Neruda en tres tiempos: a) desde la memoria de una joven marcada por los movimientos de los años 60 y 70; b) desde la dictadura y los años 80 y c) desde su “cancelación de género” en posdictadura. Aquí hoy su poesía, aun después de la incertidumbre dolosa de su muerte. Enorme trabajo cultural ese Chile hasta 1971.

Para los 60 y comienzos de los 70 se abría una gran patria latinoamericana de sueños libertarios. ¿Cuántas, cuántos llegaban de espacios rurales, descentrando la soberbia capitalina de esos años? ¿O de mares lejanos, como los refugiados de la Guerra Civil Española del Winnipeg? Me reconocía ya en Residencia en la Tierra, diariamente vencida por el amor y la soledad. Allí, bucear desde un yo en periferia, descentrado y frágil, común y cotidiano, sin destinos preenvasados. No siempre claras frente a los desvelos del sometimiento.

A 75 años de la aparición de Canto General, hoy, este desmemoriado siglo XXI nos retrotrae a los orígenes de nuestro sur/sur más allá y más acá de los colonialismos. Ahí, su inmemorable experiencia poética y moral de la Guerra Civil en España, luego de haber embarcado en el Winnipeg a 2.200 refugiados. En México, con Octavio Paz y José Revueltas, en sus diferencias, levantan lazos entre poesía y antifascismo, despunte de culturas descoloniales. Aumentan también el anticomunismo y la Guerra Fría al concluir la Segunda Guerra Mundial. González Videla consolida el neocolonialismo norteamericano en Chile y Neruda enfrenta cárcel, obligado a salir al exilio.

Leo con Neruda, situada en territorios y seres, humanos y no humanos, “espíritus materiales de la naturaleza”. Y lo pienso también desde la cancelación de género: ahí siguen inmunes la lira popular y el tango, el vals peruano o la bachata; la bolerización de Neruda.

¿Será que hoy no se lee tanto el Canto General porque la historia ha muerto con el retorno de la Guerra Fría, el genocidio en Gaza, la amenaza de una Guerra Mundial? Más allá del mestizaje sanguíneo, leo el despunte del interculturalismo, la solidaridad de sueños, imaginarios, identidades plurales. “Somos la misma planta/y no se tocan/sino nuestras raíces/hasta las californias mexicanas”, dice. Y abre la historia poética, despojado del yo conquisto, plural en sus voces desde el “búfalo” del norte hasta la “luz antártica”, desde el padre “guerrero” a la “madre caimán” o el “dios de los altares” plurales.

Más que un “Yo hablo”, Canto General abre la literatura a voces otras, a los pueblos indígenas, a la Nueva canción. Ahí sus poemas a Margot Loyola y Violeta Parra. Las versiones de Aparcoa y los Jaivas son ante todo un llamado a la escucha. ¿Habrá alguien allí/aquí que escuche?

Por Kemy Oyarzún, directorio Fundación Pablo Neruda.

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