¿Preferencia o falta de inclusión?

SEÑOR DIRECTOR:
Hace unos días, viajando de Santiago a Buenos Aires, con mi condición de discapacidad física hice uso de la fila preferencial de Policía Internacional del Aeropuerto Internacional de Santiago. Sin duda, contar con este tipo de filas es muy útil, especialmente cuando las generales están colapsadas y uno no puede esperar tanto tiempo de pie.
Sin embargo, la fila preferencial también estaba colapsada. No solamente había personas a quienes probablemente no les correspondía el acceso preferencial, sino que además había familias con niños, personas mayores, personas con discapacidad y mujeres embarazadas. Esto refleja no solo una preocupante falta de fiscalización del personal al momento en que las personas ingresan a las filas, sino también lo complejo que resulta agrupar a todos estos grupos en una sola línea preferencial, considerando que evidentemente no todos tienen las mismas capacidades de espera ni los mismos requerimientos
Además, ¿qué entiende hoy el aeropuerto por preferencial? Si los pictogramas sólo incluyen a personas mayores, mujeres embarazadas y adultos con niños, ¿dónde quedamos representadas las personas con discapacidad?
Es urgente repensar cómo el aeropuerto nos incluye como personas con discapacidad, no sólo en términos de circulación y trámites, sino también en cómo se nos visibiliza y se reconocen nuestras realidades.
Una correcta señalización y distribución de las filas en el aeropuerto no solo permitiría una verdadera accesibilidad universal y, con ella, una mejor y más eficaz experiencia para las personas de filas preferentes, sino también para la de todos los miles de usuarios.
La inclusión debe ser un derecho, no un favor.
Santiago Quintana Vicuña