Opinión

Un Cisne Violeta

Javier Milei alcanzó números que lo ponen a tiro de ganar una presidencial en primera vuelta. Primeras razones de la caída peronista.

Javier Milei, presidente de Argentina. Foto Archivo

Por Ignacio Fidanza, fundador y director de La Política Online.

A las 12:30 de este domingo electoral, Diego Santilli estaba para festejar una derrota por nueve puntos. Nueve horas después se encontraba ganador en el corazón del peronismo, derrotando un presidenciable que venía de imponerse por catorce puntos. Una remontada histórica de la que hay pocos antecedentes.

¿Qué pasó entre aquel 7 de septiembre y este 26 de octubre para que el peronismo perdiera más de un 1.300.000 votos en la provincia de Buenos Aires? Si se mira al gobierno no hay explicación fácil: llegó a la elección en medio de una corrida que forzó una intervención brutal del Tesoro de Estados Unidos, enredado en denuncias de candidatos narco, con ministros renunciando y la interna del palacio detonada.

Excepto, que la propia fragilidad del momento haya ayudado al Gobierno. Acaso la percepción tan argentina que todo podía irse al carajo, que el gobierno estaba al borde de un colapso, haya activado un recurso defensivo de apoyar a Milei. Un cisne violeta, que ningún encuestador supo anticipar. Esta vez fue récord, absolutamente ninguna encuesta vaticinó un triunfo del gobierno por diez puntos. La gran mayoría presentaron un escenario de paridad con La Libertad Avanza (LLA) ganando por uno o dos puntos.

El 40% libertario no estaba en la cuenta de nadie. Por eso, las caras en el búnker peronista. Estaban preparados para una derrota por poco, no para una paliza memorable, que encima pone a Milei muy cerca de un triunfo en primera vuelta en una presidencial. Cuarenta puntos en una elección directa ya son palabras mayores. Pero no nos apresuremos, esta elección acaba de confirmar que la Argentina es el país donde en un par de meses puede cambiar todo.

“Estábamos preparados para que saquen 35 puntos, no 40”, reconoció uno de los dirigentes que tenían cara circunspecta en el escenario que protagonizó (el gobernador bonaerense) Axel Kicillof, uno de los más golpeados por el resultado. Hace semanas que algunos dirigentes le pedían que convocara a los intendentes, que moviera el aparato, que activara la campaña. Hubo subestimación del desafío y ahora es su candidatura presidencial la que sufrió el impacto. La idea de ganar silbando bajito no funcionó.

El kirchnerismo se apresuró a facturarle que tenía razón Cristina (Kirchner), cuando decía que no había que desdoblar. Puede ser, pero también puede ser que sin desdoblamiento la derrota nacional hubiera arrastrado a los intendentes.

El peronismo sufrió en esta campaña la boleta única. Hay que entender cómo hacen campaña los peronistas. El proselitismo es con la boleta en la mano. En el Conurbano ya no se usan trípticos o folletos, es la boleta. Son millones de boletas que se reparten, que se llevan a las reuniones, que se entregan el día de la elección. Todo eso perdieron con la boleta única, que es verdad, tenía la foto de (José Luis) Espert, pero tan chiquita que apenas se veía. Conclusión: la jugada del gobierno de sancionar la boleta única, fue una carga de profundidad al peronismo difícil de subestimar.

“Ahora viene una época que nos vamos a cagar bien a trompadas”, reconoce un intendente peronista. “Mientras tengamos a (Juan) Grabois y (Jorge) Taiana en las boletas vamos a seguir perdiendo”, agrega otro. “Que se prepare Kicillof”, agrega un kirchnerista. “Mientras Cristina siga armando estas listas de albertistas recuperados no hay destino”, agrega otro. Ese es el clima por estas horas en el peronismo.

La interna está exacerbada por la diferencia nacional, pero también porque el peronismo perdió en provincias que supuestamente tenía ganadas como Chaco, Santa Fe, Chubut y provincia de Buenos Aires. Pero es esta última derrota la que exacerba la mortificación peronista, la que daña su orgullo de partido mayoritario.

Cuando se mira lo que se eligió la cuenta no le da tan mal, el bloque peronista casi no perdió ningún diputado y en el Senado la caída fue de cuatro bancas. No parece tan grave, pero el mapa pintado de violeta impacta, aunque en muchas de esas provincias cuando se cuentan las bancas el resultado es empate.

La elección confirma que el nuevo escenario político del país, es Milei o Peronismo. Hace una semana se preveía una paridad en esa puja. El Cisne Violeta fue que Milei se paró un par de escalones arriba, pero se confirma la polarización que acaba de triturar el proyecto de Provincias Unidas, cuyo proyecto de vía del medio no logró superar su primer test.

La caída del cordobés Juan Schiaretti y del santafesino Maxi Pullaro, desarmó el núcleo duro de ese proyecto nacional, que ahora queda a merced de Milei. Es probable que la Casa Rosada, se tiente con rebajar la categoría de aliados a sometidos.

El resultado agrandó a los Menem que junto a Karina Milei son los que impusieron la tesis que había que ir contra los gobernadores con candidatos propios, contra la política acuerdista de Santiago Caputo. No les fue mal: enfrentaron a 19, le ganaron a 11. Por eso, lo primero que hizo Karina fue mostrarse con Martín Menem, un mensaje a Santiago que empujaba su reemplazo en la presidencia de la Cámara de Diputados por Cristian Ritondo.

El asesor de todos modos fue valorizado por Milei que lo ubicó a su lado en los festejos. Todo indica que la nueva pax libertaria, implica un regreso de Santiago Caputo al corazón de las decisiones y tal vez al gabinete, pero lejos de la idea de control total que hubiera implicado una derrota. El triunfo consolida al eje Karina-Menem y en todo caso la duda es que pasará con Guillermo Francos.

Toto Caputo es el otro gran ganador del domingo. El triunfo le quita presión política al dólar y de una manera un poco retorcida valida el rescate de la administración Trump. El republicano podrá afirmar con alguna razón que su amenaza de abandonar a la Argentina si votaba algo distinto de Milei, tuvo su peso en el resultado.

Pero más realista parece la idea que los argentinos decidieron darle a Milei, como hicieron con (Mauricio) Macri en su momento, la oportunidad de completar el cambio que prometió. Y aquella experiencia acaso revela que en la Argentina de la crisis permanente, el respaldo es sobre todo una intimación a entregar soluciones.

No es sencillo lo que espera a Milei: más ajuste, desafiantes vencimientos de deuda y un esquema monetario prendido con alfileres. Pero acceder a ese purgatorio exigía una escala previa en el infierno electoral, que este domingo atravesó sin chamuscarse.

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