Altas cifras de Covid-19 en niños y adolescentes: “Ha existido un profundo silencio y descuido”
Según el informe publicado esta semana por el Observatorio de Niñez y Adolescencia, Chile lidera los contagios en este grupo etario en comparación a otros países con altos índices de Covid-19. ¿A qué se debe? ¿Cómo les afecta la crisis sanitaria? ¿Hacia dónde deben apuntar las políticas públicas? Las investigadoras Daniela Díaz –trabajadora social– y Valentina Terra –socióloga–, analizan este complejo panorama.

Aunque se insistió desde los inicios de la pandemia en Chile que los menos afectados serían los niños y adolescentes y que solo podían ser vectores del virus, los datos del último informe del Observatorio de Niñez y Adolescencia, que desde 2013 monitorea el cumplimiento de sus derechos, arrojan casi 13 mil contagios, 509 casos de hospitalización y 34 muertes en personas de entre 0 a 19 años. Chile, en comparación a otros países con altas tasas de contagio, se ha convertido en el segundo con más niños y adolescentes contagiados. “Ha existido un profundo silencio y descuido de la niñez en el discurso público. Estas cifras desalentadoras eran esperables y tenemos una preocupación profunda. Porque vemos que el panorama solo puede empeorar si no se toman las medidas”, afirman desde el Observatorio.
¿A qué se debe que comparativamente seamos el país con peores índices de contagios en niños y adolescentes?
Valentina Terra: Nunca se pensó en ellos como víctimas. En mayo ya se hablaba de volver a los colegios, como si no tuvieran probabilidad de estar contagiados.
Daniela Díaz: Muchos ni siquiera fueron testeados a pesar de presentar síntomas y a lo largo de la crisis no se han implementado medidas para los niños más pequeños, no hay permisos especiales para que puedan salir de sus casas en cuarentena y solo se ven como destinatarios pasivos de políticas públicas para adultos.
En su informe señalan que 3 de cada 10 niños y adolescentes del país vive en situación de pobreza, ¿cómo esta desventaja acentúa las dificultades para enfrentar la emergencia sanitaria?
Daniela: La mayoría está en Fonasa (81%), lo que no les garantiza una atención oportuna y de calidad. Por otro lado, muchos hogares en Chile, sobre el 40%, no tiene acceso a internet y esto solo dificulta las oportunidades de desarrollo y de poder asistir a clases. Existe un desconocimiento sobre las condiciones en las que están los niños. Cuando se habla de hacinamiento siempre se hace referencia a adultos.
Valentina: Es importante destacar también que el tramo más afectado es el de la primera infancia. Nos llama mucho la atención la falta de información y datos que existen sobre la niñez. Nosotros basamos nuestros análisis en la última CASEN (2017) y en información que pedimos por ley de transparencia, pero no hay cifras ni análisis actualizados y si uno quiere saber qué es lo que está pasando es difícil conseguir información a nivel territorial, porque sabemos que las realidades son desiguales en el país.
¿Existe un incumplimiento a los tratados internacionales de protección de la niñez?
Valentina: Chile fue uno de los primeros países del mundo en ratificar la Convención de Derechos del Niño en los años 90, pero aún no adecúa su Constitución y tenemos una ley de protección de 1968 con una visión muy parcelada. No existe un sistema integral –solo el Sename, que además ni siquiera ha funcionado bien– y si uno mira a nivel de Latinoamérica somos uno de los pocos países, sino el único, que no lo tiene. Como sociedad no vemos a los niños como sujetos de derechos y sigue primando una visión de niños como sujetos pasivos, como adultos incompletos.
Según las proyecciones de UNICEF, niños y adolescentes serán los más afectados a nivel de salud física y mental debido a la pandemia. ¿Qué les preocupa de este escenario en Chile?
Daniela: Hemos visto que se les ha responsabilizado y culpado, de forma implícita, de los contagios al catalogarlos como propagadores y vectores del virus. Y lo que más nos preocupa es que el aislamiento social se va a traducir en aislamiento emocional: les está afectando la falta de contacto con sus redes y las niñas más vulnerables se ven sobrepasadas por la carga doméstica y el cuidado en el hogar. Están absorbiendo toda la desesperación que experimentan sus padres y cuidadores en condiciones precarias, y hemos visto que no se han difundido herramientas sobre cómo contenerlos ni generar espacios de distensión. Por todo esto, los índices de violencia intrafamiliar van en aumento y no así las denuncias, porque los niños están aislados sin nadie que los apoye o detecte esa violencia. El hecho de que no estén yendo a controles de niño sano y que no asistan al colegio impide que se puedan monitorear y reportar los casos.
¿Hacia dónde proponen que deben apuntar las políticas públicas para proteger a los niños?
Valentina: Es urgente que exista educación y promoción sobre sus derechos y un sistema integral de protección que mire a la infancia y la adolescencia en todas sus dimensiones y con enfoque territorial, porque las realidades en todo el país son distintas. Y escucharlos: que se abran espacios reales para conocer sus opiniones e integrarlos en la implementación y creación de soluciones. Deben tener un espacio relevante como agentes públicos.
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