Existen muchas posturas acerca de cuántas son las duchas necesarias durante la semana. Hay quienes aseguran que un lavado diario en la mañana nos permite comenzar de mejor manera nuestro día y otros que postulan que esa frecuencia podría afectar nuestra piel. La verdad es que cada postura tiene sus argumentos y nuestros lavados dependen efectivamente de nuestro tipo de piel y estilo de vida.

“El tema de las frecuencias es un tema meramente cultural, la americana o incluso la europea más joven, cerca de un 50% u 80% se ducha todos los días; a diferencia de la cultura asiática, quienes se duchan cerca de dos o tres veces por semana. En Chile se considera como sucia a una persona que no se ducha todos los días”, comenta el dermatólogo Matías Gompertz, quien agrega que la frecuencia de las duchas varía según las necesidades de la piel y, claramente, de cada persona.

Según explica el especialista, la piel es como una muralla de ladrillos con cemento. Las células de la piel son los ladrillos y los aceites que la recubren, son el cemento y es este cemento (o aceites) el que se encarga de evitar que la piel pierda agua. Por lo tanto, las duchas prolongadas, con agua muy caliente y jabón hacen que se debilite la barrera cutánea, es decir, nuestro manto lipídico.

El manto lipídico es la parte más externa de la piel que se encarga de regular qué sustancias entran y salen. Pero si esta capa está dañada, el agua saldrá rápidamente, y es aquí cuando podemos notar la piel deshidratada. “Y esta piel está más predispuesta a irritarse y que este más expuesta a alergias”, agrega.

Dicho esto, y según comenta la dermatóloga Claudia Piper, no es necesario ducharse todos los días. Ahora, aquellas personas con un estilo de vida más deportivo o movido que requieran de lavados diarios, la recomendación es tratar de centrarse en las zonas importantes como axilas o genitales. “Lo que es malo es jabonarse con jabones con detergentes, que saca las propiedades de la piel. Se debe preferir limpiadores syndet que protegen más el manto lipídico”, explica Claudia.

Asimismo, ambos profesionales concuerdan en que, independientemente de cuántas duchas semanales, lo elemental es humectarse después de cada lavado. De acuerdo a la especialista, después de cada ducha la piel se mantiene hidratada con el agua pero luego, con el contacto del aire, esa agua se evapora, dejando la piel aún más seca.

Es por esto que, para un mayor cuidado de nuestra piel, se recomienda limitar nuestros baños a lo que verdaderamente necesitemos, privilegiando una ducha corta -de no más de 8 minutos- con agua no muy caliente y jabonarse solamente aquellas zonas donde se acumula sudor, tales como pies, axilas o genitales.