Mamá con clases online: “Para muchos como yo, tener un computador, un escritorio y wifi en casa son privilegios que no existen"
Para muchos estudiantes universitarios que no tienen condiciones en casa para estudiar de forma online, la pandemia les ha traído mucho estrés y miedo a no poder cumplir con las exigencias. A eso se suma la realidad de quienes son madres y padres. Orfelina Maturana (29), estudiante de la Universidad de Chile, cuenta lo complejo que ha sido criar y estudiar en un contexto precarizado por la pandemia.

“Estudiar, ser mamá, ser dueña de casa y estar en cuarentena en un espacio reducido se me ha hecho muy cuesta arriba. Tengo 29 años, soy estudiante de Párvulo en la Universidad de Chile y soy madre de una niña de 3 y de la hija de 9 años de mi hermana, que estuvo en el Sename. Vivo en una población en La Pintana junto a mi mamá, su pareja y dos hermanos. Uno de ello vive en un espacio aparte junto a sus hijas, pero igual todos nos juntamos en la casa principal. Yo duermo en una pieza con mis dos niñas y el living comedor es donde hacemos las tareas, estudiamos y comemos. Mi mamá es costurera y siempre tiene mucho trabajo, porque está haciendo mascarillas y fundas que vende en la feria libre los fines de semana.
Entré a estudiar en 2015 gracias al programa de gratuidad en Pedagogía, porque antes no me quedaba otra que trabajar. Antes de la pandemia me apoyaba mucho en el jardín de mi hija menor y en el colegio de la mayor. Las dejaba en la mañana ahí y luego viajaba entre una hora y media y dos horas para ir a la universidad. Aunque siempre andaba corriendo para poder llegar a las clases, el hecho de que ellas estuvieran en sus actividades y bien cuidadas me permitía estar tranquila para estudiar de forma eficiente.
Mi vida como estudiante siempre ha sido bien precarizada, porque para muchos como yo tener un computador, un escritorio y wifi en casa son privilegios que no existen. Además, mi formación escolar no fue buena, entonces tuve que ponerme al día en cosas muy básicas como aprender a hacer un ensayo o nivelar conocimientos escolares. Por eso digo que la universidad es como un filtro: quienes tienen más apoyo y facilidades desde la casa son los que pueden terminar la carrera. A mí, en cambio, todo me ha tomado más tiempo. Por mi maternidad tuve que congelar y eso ha implicado atrasarme, no poder asistir a todas las clases, transitar por diferentes generaciones y no poder hacer lazos con compañeros. Además la universidad siempre está en toma o en paro durante el año y seguir en clases en enero, sin colegio ni jardín donde dejar a mis niñas mientras estudio, es complicado.
Ahora con la pandemia, los estudios se me han hecho aún más difíciles y hasta me he cuestionado el hecho de si es posible que siga estudiando. En mi casa tengo que hacer clases con una tablet y un dispositivo con internet facilitados por la universidad, pero la señal no es buena y me desconecto constantemente de las sesiones. Las de la mañana tengo que hacerlas en la habitación junto a mis niñas, sin hacer ruido porque la pareja de mi mamá trabaja toda la noche, y es complicado porque están inquietas y tengo pedirles que estén calladas, tengo que cortarles su libertad. A esto se suman los quehaceres del hogar, la escuela online de la más grande y hasta las tareas que le mandan desde el jardín a la más chica, que la verdad es que ni siquiera alcanzo a atender.
Me ha generado mucha frustración todo esto. Las tareas que para mis compañeros son simples para mí son difíciles de cumplir. Y aunque desde la universidad se han tratado de abordar situaciones particulares como la mía, siempre queda a criterio de los profesores si es que deciden dar más facilidades. Es agotador tener que pedir comprensión, que se pongan en el lugar de una. Es frustrante ser siempre la que entrega los trabajos atrasados, la que no puede concretar trabajos grupales, la que no puede ser buena alumna. La verdad es que solo en la noche, cuando las niñas se acuestan, logro leer, estudiar y ponerme al día.
Actualmente, mi estado sicológico está delicado. El año pasado estuve con medicamentos para la depresión, pero tras el estallido no pude retomar el tratamiento. Ando más irritable, no estoy comiendo ni durmiendo bien y mis hijas tampoco, porque no gastan energía dentro de la casa y se cansan menos. Estoy tratando de hacer yoga online y un curso para manejar el estrés, pero me pasa que no siempre tengo los espacios de tranquilidad ni una rutina para cumplir los ejercicios.
Me pregunto cuándo las universidades públicas se van a hacer realmente cargo de la diversidad de realidades que acogen. Una termina luchando sola y enfermándose mentalmente por todo el esfuerzo que conlleva ser estudiante mamá, soltera y pobre. Con un grupo de padres y madres universitarias logramos que se creara un manual de corresponsabilidad junto a las autoridades, pero en la práctica solo se aplica según el criterio del profesor y no hay nada establecido respecto a licencias médicas ni postnatal. También se construyó un jardín infantil en Juan Gómez Milla, pero lleva más de un año sin abrirse y todos esperábamos que comenzara a funcionar lo antes posible.
Realmente me encanta mi carrera, es mi mayor sueño y es uno de mis objetivos de vida, pero por mi realidad de mamá siempre está propenso a caerse. A veces me cuestiono si es que debería solo trabajar y dedicarme a sustentar las necesidades básicas, que son muchas, porque siempre me postergo por mis hijas, pero sé que si no termino la carrera voy a tener solo un sueldo mínimo. Soy la única de mi familia que terminó cuarto medio y que tendrá un título universitario. Así le abriré también la puerta a mis niñas. Mi mamá está orgullosa de mí y quiere que estudie, pero también quiere que termine pronto porque en esta casa lo que se necesita son ingresos.
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