El triunfo de Orrego ¿y también de la ex Concertación?

Era la primera vez que se elegían democráticamente las autoridades regionales, pero las elecciones de gobernadores que tuvieron su fin ayer no concentraban tanta atención por ese dato para la enciclopedia.

La segunda vuelta celebrada ayer se trataba más bien del choque de fuerzas, de narrativas, de lógicas y de juicios. Sobre todo en la Región Metropolitana, donde se enfrentaron el DC Claudio Orrego contra Karina Oliva, de Comunes. Uno de Unidad Constituyente (o la ex Concertación) y otra del Frente Amplio con apoyo del PC. Por lo apretada de esa lucha, y por la estrategia de campaña de Oliva, que apeló a un rechazo desde la izquierda a la Concertación, el valor simbólico de la disputa ganó protagonismo.

De modo que el triunfo de Claudio Orrego, aunque innegablemente beneficiado por los electores de centroderecha, representó anoche más que la conquista de un cargo con pocas atribuciones que debe asumir sus funciones el 14 de julio.

El resultado a nivel nacional le dio además a Unidad Constituyente un nuevo aire en medio de tantos juicios a sus años concertacionistas. En total, esa alianza se quedó con 10 gobernaciones, mientras que el Frente Amplio se quedó con dos y Chile Vamos sólo conquistó una, la de la Araucanía. Los otros dos triunfos regionales fueron de independientes.

Se trató de una jornada marcada baja participación, menor al 20%, en contraste al 43% de la primera vuelta dentro de la megaelección del 15 y 16 de mayo. Sólo en tres regiones se alcanzó la mitad de la participación registrada en la primera vuelta.

Una gran pregunta es cuántas lecturas pueden hacerse pensando en las elecciones presidenciales con tan baja participación. Pero bien sabemos que la política vive en gran medida de discursos, y en esos párrafos y slogans donde el país se imagina, el margen para crear realidad suele ser más amplio.

Y así, los temas y conclusiones que desde anoche se instalaron en la agenda política tienen precisamente que ver con noviembre.